Philologica Canariensia 30 (2024), pp. 275-296                                                            

DOI: https://doi.org/10.20420/Phil.Can.2024.677                                                                                                                                                                         

Recibido: 19 de junio de 2023; versión revisada aceptada: 19 de agosto de 2023

Publicado: 22 de junio de 2024

 

 

 

 Evidencialidad de acervo común: patrones sociopragmáticos en el habla de Santiago de Chile

 

Common Knowledge Evidentiality: Sociopragmatic Patterns in the Speech of Santiago, Chile

 

Évidentialité du patrimoine commun : étude socio-pragmatique de l’espagnol de Santiago du Chili

 

 

  Silvana Guerrero González

Universidad de Chile

0000-0002-7441-8907

 

Javier González Riffo

Universidad Católica Silva Henríquez

0000-0002-7916-1397

 

Valentina Espinoza Díaz

Universidad de Chile

0009-0004-6052-9982

 

Daniela Ibarra Herrera

Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

ORCID: 0000-0002-2087-7921

 

Consuelo Gajardo Moller

Pontificia Universidad Católica de Chile

0000-0001-5371-5411

 

 

 

Resumen

 

En esta investigación se estudia, desde la perspectiva sociopragmática, la evidencialidad de acervo común en el habla de Santiago de Chile. Para llevar a cabo este trabajo se sigue la Guía PRESEEA de estudio de la evidencialidad de folclore o acervo común de Cestero y Kotwica (2021a): se trabaja con 72 entrevistas sociolingüísticas y se controlan las variables sexo, edad y nivel de instrucción. Entre los principales hallazgos del trabajo se hallan los siguientes: (a) la evidencialidad de acervo común suele tener una función de atenuación y el verbo con el que más se emplea es con “decir”; (b) tiende a usarse en intervenciones argumentativas y más específicamente en actos asertivos de opinión; (c) se emplea con temas cotidianos; y (d) es más usado por hombres de edad intermedia y que se ubican en los niveles de estudio básicos o universitarios.

Palabras clave: evidencialidad, acervo común, folclore, español de Chile, PRESEEA

 

Abstract

 

This investigation explores common knowledge evidentiality or folklore in the speech from Santiago, Chile, from a sociopragmatic perspective. In order to carry out this research, the Guía PRESEEA de estudio de la evidencialidad de folclore o acervo común by Cestero and Kotwica (2021a) is followed, working with 72 sociolinguistic interviews and controlling the variables of gender, age, and level of instruction. Among the main results of the study, the following are found: (a) common knowledge evidentiality tends to have a mitigating function, and the verb with which it is most commonly used is “decir”; (b) is typically used in argumentative interventions, specifically, in opinion assertive acts; (c) is most employed with everyday topics; and (d) it is mostly used by middle-aged men with elementary or university studies.

Keywords: evidentiality, common knowledge, folklore, Chilean Spanish, PRESEEA

 

Résumé

 

Cette recherche étudie, dans une perspective sociopragmatique, l’évidentialité du patrimoine commun ou du folklore dans la facon de parler à Santiago du Chili. Pour réaliser ce travail, nous suivons le Guía PRESEEA de estudio de la evidencialidad de folclore o acervo común de Cestero et Kotwica (2021a) : nous travaillons avec 72 entretiens sociolinguistiques et contrôlons les variables du sexe, de l’âge et du niveau d’éducation. Les principaux résultats de l’étude sont les suivants : (a) l’évidentialité du patrimoine commun tend à avoir une fonction atténuante et le verbe avec lequel il est le plus utilisé est « dire » ; (b) tend à être utilisé dans des interventions argumentatives et plus spécifiquement dans des actes d’opinion assertifs ; (c) est utilisé pour parler  des sujets quotidiens ; et (d) il est plus utilisé par des hommes d’âge intermédiaire et qui se situent à des niveaux d’études élémentaires ou universitaires.

Mots-clés : évidentialité, patrimoine commun, folklore, discours de Santiago du Chili, PRESEEA

 

 

 

1. Introducción

 

Aikhenvald (2004) precisa que el concepto evidencialidad constituye una categoría lingüística cuyo significado primordial revela la fuente de información. Esto implica considerar las formas en que la información se adquiere, no así la certeza o los juicios de verdad/falsedad que los hablantes puedan realizar. Wachtmeister Bermúdez (2005) distingue entre evidencialidad, entendida como el dominio semántico relacionado con la expresión de la fuente de la información, y evidencial o marcador evidencial en tanto forma lingüística específica cuyo significado es una referencia a la fuente de la información. Bajo estas premisas generales, se formula este estudio, donde una idea central será la de Chafe (1986), quien alude a las “creencias” para referirse a un modo de conocimiento en que la preocupación por la evidencia es degradada. De acuerdo con el autor, la gente cree en algo porque también lo hacen otras personas que creen cosas similares o, simplemente, porque quieren creer en algo. Así, diremos que la evidencialidad del acervo común es un subtipo de evidencialidad indirecta que se transmite verbalmente y forma parte del conocimiento universal o de la sabiduría popular que comparte una comunidad (Cestero y Kotwica, 2021a, p.  9). Asimismo, ha de considerarse que estamos hablando de un tipo de recurso que, según se ha demostrado, suele tener función de atenuación (Albelda et al., 2014), pues, a través de su uso, los hablantes no se muestran como responsables de una información dada (Kotwica, 2020).

En esta investigación se estudia, desde la dimensión sociopragmática, la expresión de la evidencialidad de acervo común o folclore en el habla de Santiago de Chile. Para llevar a cabo este trabajo se sigue la Guía PRESEEA de estudio de la evidencialidad de folclore o acervo común de Cestero y Kotwica (2021a). Más específicamente, se revisa el empleo de los recursos que expresan la evidencialidad de acervo común en el corpus del Proyecto para el Estudio Sociolingüístico del Español de España y América (PRESEEA) de Santiago de Chile considerando cuatro factores: lingüísticos, pragmáticos y discursivos, situacionales y sociales. Para la ejecución del análisis se sigue el modelo metodológico de Cestero y Kotwica (2021a), ya probado en Cestero (2021), Kotwica (2021), y Cestero y Kotwica (2021b). En consecuencia, se trabaja con 72 entrevistas sociolingüísticas de hablantes santiaguinos y se controlan las variables sexo, edad y nivel de instrucción.

Con este trabajo se espera aportar no solo a los estudios de evidencialidad del español de Chile, sino a un tipo específico de esta, que es la del acervo común y que se podría relacionar con aspectos identitarios de la comunidad de habla chilena. Se aporta también a la dimensión variacionista de la evidencialidad, aspecto que, hasta donde sabemos, no ha sido investigado en la lingüística local. Además, en Chile, la evidencialidad ha sido ampliamente estudiada desde la gramática a través de los trabajos empíricos de González Vergara et al. (2009) González Vergara y Hugo Rojas (2009), González Vergara y Lima (2010), Hugo Rojas (2010), González Vergara (2011), pero no así desde la esfera sociopragmática. Finalmente, este trabajo nos permite aportar nuevos datos al estudio de la atenuación lingüística en el habla chilena, tema que, si bien en los últimos años ha generado numerosos estudios empíricos, aquellos que se hacen cargo del acervo común o folclore en tanto elemento atenuante no han tenido mayor desarrollo.

 

2. Antecedentes teóricos para el estudio de la evidencialidad a través del acervo común

      

Wachtmeister Bermúdez (2005) plantea que considerando que los marcadores evidenciales corresponden a formas lingüísticas que hacen referencia a la fuente de información de una proposición, se puede establecer que el hablante tiene tres opciones: (a) haber tenido contacto directo con la situación descrita, (b) haber tenido contacto con indicios que apuntan hacia esa situación y (c) haber recibido información de una tercera persona. Asimismo, Estrada (2013) señala que los evidenciales “además pueden codificar el grado de certeza del locutor con respecto a la verdad del enunciado” (p. 357). Para la autora, esto se traduce en que, si la fuente es directa, el compromiso del locutor será explícito, mientras que, si es indirecta, los recursos evidenciales señalarán distanciamiento y prudencia epistemológica respecto de la verdad de la proposición.

Sobre los estudios de evidencialidad en español, debemos destacar necesariamente las investigaciones empíricas de Kotwica (2013 y 2020) y Albelda (2016 y 2018), entre otras que han abordado la evidencialidad en términos más generales y también en lo referido a partículas específicas del habla española que desempeñan la función evidencial. Puesto que el trabajo que presentamos es acerca de la evidencialidad de acervo común, conviene precisar que Willett (1988, como se cita en Wachtmeister Bermúdez, 2005, p. 6) indica que el folclore corresponde a un tipo de evidencia indirecta y referida. Se trata, según el autor, de un caso especial de evidencia donde la información no proviene de los dichos de una persona en particular, sino que se origina en lo que se puede denominar folclore o saber popular (Wachtmeister Bermúdez, 2005, p. 6); se trata de “un tipo de conocimiento que es común y de acceso garantizado para todos los integrantes de una comunidad, típicamente transmitido por vía oral” (Wachtmeister Bermúdez, 2005, p. 17). Es por ello que se la califica de “indirecta” o “citativa” (Torres Ramírez, 2011). En este marco, la Guía PRESEEA de estudio de la evidencialidad de folclore o acervo común de Cestero y Kotwica (2021a) da cuenta de que en español la sabiduría popular puede concretarse a través de diversas estrategias lingüísticas, cuyo propósito es marcar que un determinado enunciado es conocido por todos y tiene, por tanto, carácter de universal.

Se debe entender que un enunciado de acervo común corresponde a la expresión de opiniones que se convierten en verdades o las aparentan. Se trata típicamente de tópicos, estereotipos o creencias populares de ciertos grupos sociales que se presentan en el discurso como información irrefutable, que tiene forma de refranes, dichos o frases proverbiales, citas célebres fijadas en la lengua y en el ideario común, e incluye, incluso, “frases virales” que circulan repetidamente en las redes sociales y que pueden convertirse en una especie de sabiduría popular (Cestero y Kotwica, 2021a, p. 154).

Siguiendo la Guía, en este trabajo se consideran solo aquellos casos que: (a) tienen carácter eminentemente evidencial, que hacen referencia a la fuente externa y al estatus universal de la información a través de expresiones como “como dicen”, “que le llaman”; (b) corresponden a enunciados fraseológico; y, (c) son expresiones de carácter epistémico-evidencial del tipo “es obvio que” y “la verdad es que”, que inciden en el carácter evidente de lo que se reporta, aunque no se disponga de la fuente de información.

 

3. Marco metodológico: el estudio de la evidencialidad a través del acervo común en el corpus PRESEEA

 

Como hemos indicado, la base del trabajo es la Guía de Cestero y Kotwica (2021a). Dicha Guía combina varias dimensiones: el análisis de la conversación, la pragmática y la sociolingüística, según se ha demostrado con su aplicación en Cestero (2021) y Kotwica (2021) y Cestero y Kotwica (2021b). Estos trabajos constituyen modelos originales de análisis y, por supuesto, son un insumo esencial para esta investigación. Así, se trabaja sobre la base de 72 entrevistas semidirigidas del corpus PRESEEA de Santiago de Chile, donde se han controlado las variables sociales que considera el macroproyecto PRESEEA: sexo, edad y nivel de estudio de los hablantes. En consecuencia, la muestra queda conformada por 4 hombres y 4 mujeres de cada grupo etario —20 a 34 años, 35 a 54 años y 55 años y más— y de cada nivel de estudios: estudios básicos, medios y universitarios.

Para este análisis, y siguiendo los trabajos modelo, se han analizado las entrevistas completas, tanto cualitativa como cuantitativamente, pero los análisis cuantitativos se ejecutan con los datos hallados entre el minuto 5 y el minuto 35 de cada entrevista —30 minutos por entrevista, 36 horas de grabación— con el propósito de aportar datos que luego puedan contrastarse con los de las demás variedades dialectales que forman parte del PRESEEA. Esto, para establecer patrones de convergencia y divergencia del uso del acervo común en la lengua española.

Dada la estructura de la entrevista en el PRESEEA y, sobre todo, puesto que se intenta superar la paradoja del observador y conseguir con ello el vernáculo del hablante, se asume que los 10 primeros minutos de la entrevista se acercan más a la formalidad, los segundos 10 minutos son más cercanos al registro medio y los terceros 10 minutos bajo análisis son menos cercanos a la formalidad. Esto permite hacer comparaciones del empleo del acervo común según el registro utilizado. Aun así, debemos precisar que las entrevistas en el PRESEEA se destacan por ser solidarias y con inmediatez comunicativa.

En la primera parte del análisis, de orden cualitativo, se identifican los casos de acervo común en español chileno y se los describe en términos de su comportamiento lingüístico. Luego se ejecuta un análisis cuantitativo, donde se revisan las variables lingüísticas y sociales que recoge la Guía de Cestero y Kotwica (2021a). Sintetizamos a continuación la matriz de análisis:

 

 

 

4. Presentación y discusión de resultados: evidencialidad a través del acervo común o folclore en el habla de Santiago de Chile

 

La evidencialidad a través del folclore o acervo común en el habla de Santiago de Chile se identifica en 53 oportunidades. Se trata, como es evidente, de un recurso poco frecuente en la comunidad de habla en estudio o, al menos, escaso en las entrevistas sociolingüísticas analizadas. Estos casos corresponden al análisis de 72 entrevistas completas. Ahora bien, si se reportan únicamente los usos de acervo común de 30 minutos por entrevista, como proponen Cestero y Kotwica (2021a), la frecuencia de empleo se reduce a 46 casos. Aunque se trata de un reporte escaso, creemos que igualmente se pueden detectar algunos patrones de comportamiento en el habla de la comunidad santiaguina.

 

4.1. Sobre las funciones de la evidencialidad de acervo común

 

Siguiendo la Guía de estudios del PRESEEA, en esta dimensión, se revisan tres posibles funciones: función de atenuante, función de refuerzo argumentativo y función ambigua. Los resultados apuntan a que la comunidad de habla de Santiago de Chile suele emplear la evidencialidad del folclore para atenuar (30/46; 65,2 %), como se aprecia en el siguiente ejemplo:

 

(1)  E: ¿es seguro este barrio? / ¿por qué? // I: seguro / podríamos decir que sí / ¿por qué es seguro? / porque las poblaciones marginales o las poblaciones llamadas peligrosas nos separan por una / por el Zanjón de la Aguada / la Costanera de los pobres que le llaman / hacia el otro lado nos separa la línea férrea nos separa de la población Nogales la población Santiago que son tan peligrosas […] (SCHI_H21_013).

 

En este ejemplo puede observarse que el hablante recurre al saber común en tanto fuente de información colectiva (“llamadas” y “que le llaman”). En primer lugar, argüiremos que, puesto que puede resultar potencialmente cuestionable la forma en que el entrevistado se refiere a determinadas poblaciones marginales de Santiago caracterizadas por ser habitadas típicamente por personas de muy escasos recursos, recurre al conocimiento general y protege así su imagen. Esto ocurre especialmente porque en su intervención se presentan como equivalentes las “poblaciones marginales” y aquellas “peligrosas”. En segundo término, el hablante protege su imagen al referirse a un lugar geográfico de la ciudad (“el Zanjón de la Aguada”), conocido como “la Costanera de los pobres”. En este sentido, “marginal”, “peligroso” y “pobre” quedan, en su discurso, ordenados en un continuum, cuyo rasgo principal es que tienen características negativas, en oposición a otros lugares que se destacan por ser céntricos, seguros y habitados por personas de los grupos socioeconómicos medio y alto de la capital.

La función de refuerzo argumentativo se registra en 16/46; 34,8 % ocasiones y se expresa de la manera que se expone en (2).

 

(2)  E: no muy abrigados // I: y ah hace  / hace harto tiempo ya se ha visto ya que en septiembre no / porque ya ahora es helado / eeh hay lluvias / y no es un clima como parejo como antes  / o sea antes llegaba la primavera / era primavera / llegaba el verano / era verano / verano / el otoño era otoño y el invierno invierno / pero aho </palabra_cortada> / el invierno / invierno / ahora no porque ahora cuando se decía abril lluvias mil ahora no / no ha llovido / eeh / el clima más seco de repente o si viene la lluvia / viene toda de un viaje (SCH_M31_033).

 

En este ejemplo, la informante usa un dicho ampliamente conocido para objetivar la información que se está proporcionando. Puesto que se aborda un tema —el cambio climático— que eventualmente puede suponer diferentes puntos de vista, se incluye este dicho que puede darle mayor validez a su argumento, cuya dirección es que efectivamente ha habido un cambio en el clima y ello se refuerza con dichos populares efectivos para una época, pero que ya no son pertinentes, dado precisamente el cambio que ha habido y que se concreta, por ejemplo, en las estaciones menos marcadas. El refuerzo argumentativo se consigue al incluir la voz de la comunidad como respaldo del contraste que la hablante sostiene.

En la muestra analizada, la función ambigua, donde no se logra determinar si se atenúa o se refuerza el argumento, no se ha registrado.

Este primer hallazgo podría relacionarse con que, en la entrevista sociolingüística, si bien se abordan temas potencialmente polémicos, que exigen argumentar, el clima en que se desarrolla la entrevista es “amigable” y emula a una conversación, de modo que esto podría incidir en que los informantes atenúen, sobre todo para proteger su imagen, pero en un contexto de confianza, donde no se ven obligados a argumentar más de lo necesario. Así, la función atenuante del acervo común es la prioritaria en esta comunidad de habla.

 

4.2. Sobre los factores lingüísticos de acervo común

 

En el habla de Santiago de Chile, se emplean 6 marcas lingüísticas señalizadoras de sabiduría popular, 2 evidenciales: “decir” y “llamar”, y 4 modalizadores: “claro”, “verdad”, “obvio” y “por supuesto”. De estas marcas, solo 5/6 se registran en el análisis de 30 minutos por entrevista, pues el caso de “claro” se ubica en segmentos de la entrevista que no se consideran para el análisis comparativo que supone la Guía.

 

 

Tipo

Marca

Frecuencia

Evidenciales

Decir

35

Llamar

7

Modalizadores

Verdad

2

Obvio

1

Por supuesto

1

Total

 

46

 

Tabla 1. Marcas lingüísticas de acervo común en el PRESEEA Santiago de Chile

 

 

Ejemplos de empleo de “decir” impersonal es (2), confrontado con anterioridad, y (3).

 

(3)  I: gracias a Dios nunca me han asaltado […] // E: no han estado ni a punto ni te han seguido nada / /I: no que sea me han / he visto cuando entran gente a la micro cuando entran a meter las manos como se dice eeh y una vez me estaban metiendo la mano pero no me asaltó yo le / obviamente yo le eche la aniñada y no me quedé callado (SCHI_H11_003).

 

En este caso, se usa un dicho popular y acto seguido se explicita “como se dice” para atenuar aquello que se indica en el marco de una secuencia narrativa. Esto, como respuesta a la pregunta de si alguna vez lo han asaltado. El informante relata que, si bien no lo han asaltado, ha visto a personas que “entran a meter las manos” y dado el carácter potencialmente conflictivo de su narración, precisa que así es “como se dice” cuando hay asaltantes cometiendo actos ilícitos como robar. Según vemos, “decir” se configura como el evidencial por excelencia tanto para el PRESEEA Santiago de Chile, como para el PRESEEA Madrid y el PRESEEA Valencia.

En (1) veíamos el uso de “llamadas” y “que le llaman” para proporcionar información que se considera colectiva y en (4) se observa un uso similar:

 

(4)  E: ya / ¿y cuáles son uno algunos rasgos característicos de las personas de la clase alta de Santiago o los denominados cuicos? // I: que hablan así como son como más siúticos para hablar y eh con más no sé con más se puede decir modismo o más eh como una papa en la boca que le llaman / una papa en la boca / eso yo creo (SCH_M22_054).

 

En este caso, también en una intervención argumentativa, la hablante recurre a un dato popular, rechazado por los hablantes de las clases sociales medias y bajas de la comunidad discursiva en estudio, sobre el habla de las personas de la clase socioeconómica alta: que hablan “con la papa en la boca”. Esto significa que se habla de manera más aguda y las palabras se articulan con la boca más cerrada. Ya que la informante refuerza argumentativamente lo dicho a través de esta frase ampliamente conocida (“hablar con la papa en la boca”), pero aclarando que así es “que le llaman”, toma distancia de sus propias palabras. Además, en su respuesta incluye atenuadores como “como”, “no sé”, el impersonal “se” en “se puede decir” y cierra su intervención con “yo creo”, lo que le permite especificar, mediante el verbo de creencia, que esa es su opinión, pero que no tiene por qué coincidir con la de su entrevistador; abre así otros puntos de vista. El uso conjunto de este tipo de recursos destinados a proteger la imagen del hablante es lo que Villalba Ibáñez (2018) concibe como solidaridad, esto es: la atenuación no suele aparecer de manera aislada, sino que debiese haber presencia de más mecanismos atenuantes en el segmento que se está analizando.

Junto con lo anterior, y como evidencian los ejemplos anteriores, el uso del verbo “decir” o “llamar” con agente colectivo indefinido cumple un rol mitigador al introducir expresiones populares con las cuales se denominan determinados fenómenos. En este sentido, el distanciamiento que produce la incorporación del marcador evidencial en el discurso les permite a los hablantes autorizarse a sí mismos, para hacer uso de tales expresiones, responsabilizando al colectivo indefinido de su empleo. Esto, en especial cuando las frases incorporadas se caracterizan por su uso coloquial y, en ocasiones, con connotación socialmente negativa, como lo es “una papa en la boca”.

Respecto de la posición discursiva en la que se ubican la expresión lingüística que señala acervo común, la mayor parte lo hace en posición intermedia e integrada (34/46; 73,9 %) —diferente de Madrid y de Valencia donde la mayor parte es inicial integrada— como se ha visto en todos los ejemplos hasta aquí citados. Le sigue, en orden de frecuencia, la posición final e integrada con 5/46; 10,9 %, como se ve en el ejemplo que sigue:

 

(5)  E: aah antes no era así mm sí po / la gente era más simpática // I:  antiguamente la / los hombres se sacaban el gorro para saludar a la a la a las mujeres <cita> buenos días señorita / buenos días señora </cita> / le daban el asiento / en la micro / en el metro // o los mismos pololos antes le abría el la el la puerta del auto a la polola / a la señora / ahora no po no están ni ahí po dicen los cabros (SCHI_M21_021).

 

En este caso, se puede observar que el uso de “no están ni ahí” se acompaña de “dicen los cabros” para reforzar el apoyo argumentativo y validar una opinión que es potencialmente controversial, dado que se está criticando a los jóvenes (“los cabros”), que son, en palabras del informante, quienes “no están ni ahí” o no se interesan por ser amables, y se extrapola esa opinión al cambio que ha habido en las generaciones, en un sentido amplio.

Los elementos intermedios, no integrados, se registran en 3/46; 6,5 % ocasiones, y los iniciales integrados junto con los iniciales no integrados se hallan en 2/46; 4,3 % oportunidades, de manera respectiva.

En lo que dice relación con el tipo de enunciado de folclore, en este estudio se concluye que la mayor parte de los casos registrados corresponden a unidades fraseológicas del tipo refrán o dicho, con 28/46; 60,9 % y que las creencias generalizadas estereotipadas se registran en 18/46; 39,1 % de oportunidades. Dado que, hasta aquí, excepto por el ejemplo (1), los demás corresponden a dichos ampliamente conocidos, citamos el caso (6), que da cuenta de una creencia:

 

(6)  I: sí po / cuando tú mm / pinchái en una fiesta / te pegái / no tenías que salirte para otro lado / cerraban la puerta con llave y no entraba nadie más en la fiesta / los puros invitados que teníai invitados no más / y tenían que dej <palabra_cortada/> / que pegarte un atraque como se dice / atraque se decía antes / he un beso y un abrazo / que no sacan pedazo y ahora no po […] (SCHI_M21_021).

 

En (6) no estamos frente a un dicho, sino a una creencia cuyas principales características son la de ser generalizada y estereotipada, lo que se complementa con que se indica de inmediato “atraque se decía antes”. También una creencia estereotipada es la de (1), expuesto antes. Se está argumentando en torno a los cambios generacionales y se contrasta la situación de antes versus la que viven los jóvenes en la actualidad. En ese sentido, en la actualidad, los jóvenes necesitan algo más que “pegarse un atraque”, que seguramente la hablante considera algo válido para su época, y de esa forma se critica a la juventud actual de manera indirecta. La marca lingüística se ubica en posición intermedia e integrada y aporta argumentativamente al tema.

La fraseología registrada en el corpus analizado se corresponde con temas que, dado su carácter potencialmente polémico, suponen la necesaria utilización de atenuación, y, como hemos visto, el acervo común es una de las estrategias lingüísticas de las que disponen los hablantes para mitigar el contenido de lo dicho. A partir de esto, hemos organizado los temas y las frases hechas en la siguiente tabla. Para ejemplificar, se ha elegido una frase por tema aun cuando hay varias disponibles en el corpus:

 

 

               Tema

                                     Dicho

Delincuencia

entran a meter las manos como se dice” (SCHI_H11_003).

Experiencias paranormales

hay que ver para creer como dicen por ahí” (SCHI_H11_003).

Muerte

sentí como un frío que que se dice” (SCHI_H11_004).

Noción de “buen amigo”

soy de pocos amigos / pocos pero buenos como dice la frase” (SCHI_H31_025).

Cambios generacionales

era mejor todo tiempo pasado dicen” (SCHI_H31_026).[1]

Cambio climático

“se decía abril lluvias mil” (SCHI_M31_033).

Matrimonio

“en esos años es que es verdad / ahora se dice más joven /pero de verdad / uuh la persona decía / no te casas a lo después de los veinte / no te casas a lo después de los veinte / veinticinco años y te había dejado el tren” (SCHI_M22_055).

Diferencias de clases sociales

“como una papa en la boca que le llaman una papa en la boca” (SCHI_M22_058).

Política 

“todos los políticos tienen de cierta forma […] son como políticamente correctas como dice el dicho” (SCHI_H13_073).

 

Tabla 2. Usos fraseológicos en relación con los temas

 

La tabla evidencia que, en el habla de Santiago de Chile, analizada a través del corpus PRESEEA, los temas donde se usa el acervo común son 9. Se trata en todos los casos de temas cuyo carácter es potencialmente polémico y amerita, en consecuencia, el uso de mitigadores. Además de ser temas que podrían suscitar debate, en varios casos, estamos frente a temas tabú (Cestero, 2015). Sin ir más lejos, las experiencias paranormales y la muerte se ubican en la esfera mágico-religiosa, cuya principal motivación es el miedo; y la delincuencia, las diferencias de clases sociales y los comportamientos socialmente esperados en el sentido de convencionales (matrimonio, cambios generacionales) se agrupan en la esfera del tabú social, que, de acuerdo con Cestero (2015), está provocado por la necesidad de respeto y delicadeza.

Sobre las temáticas y la función atenuante de determinadas estrategias en español chileno a partir de datos del PRESEEA, se sugiere revisar Guerrero, Gajardo, González y Reyes (2022), Guerrero, Gajardo, Ibarra, González y Reyes (2020) e Ibarra et al. (2022).

Por último, la co-construcción de la evidencialidad del acervo común, en el habla santiaguina, casi no se da. Los datos específicos indican que: en 43/46; 93,5 % aparece en la intervención del informante; en 2/46; 4,5 % se da de manera que el informante introduce el enunciado de acervo común sin marca y la marca aparece en la intervención del entrevistador, y en 1/46; 2 % se da la situación inversa, es decir, el entrevistador introduce el enunciado de acervo común, sin marca, y la marca aparece en la respuesta del informante. Los ejemplos que siguen dan cuenta de estos dos últimos casos, respectivamente:

 

(7) I: sí po / es muy fuerte / cuando uno lo vive a lo mejor muchas personas que yo les cuento les he contado pero no creen po o lo toman / a sí sí puede pasar pero cuando a uno le pasa es verdad / E: claro / I: uno cree //E: hay que ver para creer como dicen por ahí (SCHI_H11_003).

(8)  I: pero / por lo menos eh hay un intento de pronunciar las palabras de de poder comunicarte con distinto tipo de personas / en cualquier rango social // E: claro hay como mayor plasticidad del del lenguaje // I: exacto pero estas personas siempre van a hablar así aquí // E: y en la quebrada del ají // I: y en la quebrada del ají como se dice en el buen chileno (SCHI_M11_008).

 

4.3. Sobre los factores pragmáticos-discursivos de la evidencialidad de acervo común

 

Se revisa en primer lugar la tipología textual, que, como ya ha quedado evidenciado a través de la lectura de los ejemplos hasta aquí expuestos, la mayor parte de los usos de acervo común se ubica en las intervenciones argumentativas (33/46; 71,7 %). Le siguen, en orden de frecuencia, las marcas de folclore en secuencias descriptivas (7/43; 16,8 %), como en:

 

(9)  E: claro son tres o cuatro que nos juntamos […] más nos divertimos que hablar cosas interesantes / digamos / claro que de repente hablamos de cosas de política cosas serias / pero generalmente eh más revoltoso // E: claro // I: echándole al pelo como dicen (SCHI_H31_026).

 

Por último, se ubican las marcas en tipologías narrativas, que se registran en 6/43;11,5 %.

El segundo factor pragmático-discursivo relevante para este estudio es la fuente de información. En el total de la muestra analizada se observan 6 tipos de fuente: “no se da”, “algunas personas”, “los cabros”, “Santo Tomás”, “la gente” y “los argentinos”. De estos, la mayor parte de los usos de acervo común no incluyen fuente de información: 41/46, 98,1 %. Esto es concordante con los ejemplos citados, donde solo en (5) se explicita la fuente: “los cabros”. Además de esto, en lo que respecta al acceso a la información, este se divide entre generalizado (22/46; 47,8 %) y restringido al área local (23/46; 50 %). Se registra también un caso ambiguo.

En cuanto a la revisión del contenido de lo dicho en lo referente a imágenes implicadas, se observa que la mayor parte de los casos en que se usa el folclore se relaciona con situaciones donde se afecta la imagen del hablante (25/46; 54,3 %); luego se hallan los casos donde no se afectan imágenes (15/46; 32,6 %); después donde se afecta la imagen del interlocutor no presente (4/46; 8,7 %) y, finalmente, situaciones donde se afecta la imagen del interlocutor presente (2/46; 4,4 %). Por último, la fuerza ilocutiva del acto de habla en que se emplea la evidencialidad de acervo común en el corpus PRESEEA de Santiago de Chile refuerza la idea de que es la tipología argumentativa donde se usa este tipo de recursos, pues la mayor parte de los actos en que se emplea son asertivos de opinión (32/46; 69,6 %) y luego en asertivos de información (14/46; 30,4 %).

 

4.4. Sobre los factores situacionales de la evidencialidad de acervo común

 

Se revisan, en este caso, tres tipos de factores: temática (tema cotidiano, tema especializado y fórmulas rituales de saludo o despedida), fin de la interacción (interpersonal o transaccional) y registro (formal, neutro, informal, fuera de tiempo).

Respecto del tema, se trata, en general, de temas cotidianos (40/46 %; 87 %), como los hasta aquí vistos y en la Tabla 2, y en 6/46; 13 %, se abordan temas especializados como se ve en el siguiente ejemplo:

 

(10)  I: sí po / yo pertenezco a las generaciones donde el Estado era un Estado / tenía una actitud diríamos política / eh / de / de / responsable / es lo que se llama / Estado de Compromiso / había un Estado de Compromiso / mm / hay un Estado de Compromiso / y también yo creo que un poco emerge este Estado de Compromiso con las clases sociales más vulnerables / porque / eh / había que contener los movimientos sociales / y una forma de contener los movimientos sociales (SCHI_M23_094).

 

En este caso, la informante está explicando en qué consistía y cuál era el rol del Estado de Compromiso en Chile,[2] desde el dominio cívico, ámbito ciertamente especializado tanto para el entrevistador como para el público en general. El desarrollo del tema se enmarca en los cambios generacionales.

Dado que se trata de entrevistas semidirigidas del macrocorpus PRESEEA, la totalidad de los casos observados se enmarca en un fin transaccional y, por último, el registro en el que se usan las marcas de folclor no suele mostrar grandes diferencias, pues en el registro formal, del minuto 5 al 15, se observan 17/46; 37 % casos; le sigue el informal, del minuto 25 al 35, con 16/46; 35 % casos. Al final se ubica el registro neutro, del minuto 15 al 25, con 13/46; 28 % casos. Si comparamos estos resultados con los de los grupos de estudio que ya han aplicado la Guía, diremos que, en el caso de Chile, como en el de Madrid, en el segundo intervalo —el neutro— se produce una leve baja en el empleo de evidencialidad de acervo común.

 

4.5. Sobre los factores sociales de la evidencialidad de acervo común: patrones sociopragmáticos

 

Para dar cuenta de cómo se comportan los hablantes santiaguinos respecto de la variable lingüística en estudio, presentamos la Tabla 3, de frecuencias de empleo:

 

 

Nivel de estudios

Sexo

                       Edad

20-34 años

35-54 años

55 años y más

Estudios básicos

Mujer

0

7

2

Hombre

6

4

1

Estudios medios

Mujer

0

4

0

Hombre

1

1

2

Estudios superiores

Mujer

1

6

1

Hombre

6

1

3

 

Tabla 3. Evidencialidad de acervo común: factores sociales

 

En la tabla se puede apreciar que las frecuencias de empleo de evidencialidad de acervo común en el habla chilena son bajas en cada cuota, donde el máximo de casos es 7. Se ve también que hay tres cuotas donde no se registran usos de este tipo. Sobre esto último, lo relevante es que siempre se trata de mujeres, del primer o del tercer grupo etario y de los niveles de estudios básico o medio. Estos datos quedan graficados según se muestra a continuación:

 

 

Imagen que contiene Interfaz de usuario gráfica

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Gráfico 1. Evidencialidad de acervo común: factores sociales

 

Si miramos los datos en gráficos de porcentajes, por variable social, la distribución es la que sigue:

 

Gráfico, Gráfico circular

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Gráfico 2. Evidencialidad de acervo común: sexo

 

En este gráfico, se aprecia que son los hombres quienes más usan el acervo común en la comunidad de habla santiaguina, superando casi en un 10 % a las mujeres en su empleo. Este dato resulta muy revelador toda vez que en Guerrero (2021), pese a que el folclore no es identificado como uno de los 10 recursos atenuantes más recurrentes en el habla de Santiago, también ahí se veía que los hombres usaban más la atenuación que las mujeres. Como veremos posteriormente, también en este estudio se concluye que son los hombres los que usan más el acervo común para atenuar frente a su contraparte femenina (17 vs. 13).

 

Gráfico, Gráfico circular

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Gráfico 3. Evidencialidad de acervo común: edad

 

En el caso de la variable edad, la mayor parte de los casos se registra en el grupo de edad intermedia, y el grupo que menos emplea este tipo de marcas es el de los mayores de 55. Los hallazgos aquí descritos son relevantes puesto que, para el caso del Chile, se ha identificado que, a mayor edad, se usan menos recursos de atenuación (Guerrero, 2021), y este patrón se replica parcialmente para el caso del acervo común.

 

Gráfico, Gráfico circular

Descripción generada automáticamente

Gráfico 4. Evidencialidad de acervo común: nivel de instrucción

 

En este caso, lo que se observa es que, en los extremos de la escala educacional, se hallan los hablantes que más usan el acervo común. En este sentido, futuros trabajos permitirán profundizar en el porqué de este patrón de comportamiento.

Lo que queda en evidencia a partir de estos datos es que, en el habla santiaguina, no parece haber patrones claros de empleo de folclore, muy posiblemente, porque los hablantes usan otro tipo de estrategias cuando quieren atenuar lo dicho o cuando quieren reforzarlo argumentativamente. Nos quedamos, sin embargo, con que, en principio y al menos desde la dimensión descriptiva, se trata de un recurso más usado por los hombres, lo que genera claras diferencias tanto con los datos del PRESEEA Valencia como con los del PRESEEA Madrid, donde el folclore suele ser más usado por las mujeres. La edad muestra un patrón similar al de estas comunidades de habla, donde es la generación intermedia (35 a 54 años) la que más usa las marcas bajo estudio; y, en cuanto al nivel de estudios, nuevamente esta comunidad de habla se distancia de aquellas que ya han analizado la evidencialidad de acervo común con la Guía PRESEEA, puesto que, para el habla santiaguina, son los hablantes con estudios básicos los que más usan este recurso, y para las otras comunidades de habla son aquellos con estudios medios (cf. Cestero y Kotwica, 2021b).

Nos concentraremos ahora en patrones más específicos a partir de los datos ya expuestos, considerando únicamente frecuencias de las variables independientes que han mostrado algunas tendencias generales, puesto que, en algunos casos, como hemos visto, las frecuencias de empleo son muy menores y ello no permite aventurarse en torno a posibles tendencias de uso.

De las funciones del acervo común, según se ha expuesto, la de atenuar es la más recurrente (30 casos). Dicha función se expresa más por los hombres que por las mujeres (17 vs. 13), más por los hablantes de edad intermedia (17 vs. 9 para los jóvenes vs. 4 para los de más edad) y más por quienes tienen estudios básicos (13) y superiores (13) versus 4 por aquellos con estudios medios.  Por su parte, la función de refuerzo argumentativo se registra en 7 ocasiones en el habla de los hombres y en 6 oportunidades en el discurso de las mujeres de la muestra. En ambas funciones, como vemos, los hombres emplean más el folclore. Se observa, además, que la función de refuerzo argumentativo se usa en 6 ocasiones por los hablantes de 20 a 34, en 5 por los de 34 a 54 y en 5 por los de 55 años y más. En este sentido, a diferencia de la función atenuante, aquí no se ve tendencia alguna. Respecto del nivel de estudios, el acervo común se observa en 6 ocasiones en los hablantes con estudios básicos, 6 en los que tienen estudios superiores y 4 en los que presentan estudios medios. Diremos, en consecuencia, que en lo que respecta a las funciones de la evidencialidad de acervo común en el habla santiaguina, se presentan diferencias menores —y observadas únicamente desde la estadística descriptiva— para la primera de las funciones bajo estudio.

 En cuanto a la marca empleada, puesto que “decir” es el verbo más usado, cuestión que ya ha sido detallada. Se registran 24 casos en los hombres versus 11 en las mujeres. En cuanto a la edad, se usan en 14 casos en los hablantes jóvenes, 13 en los de edad intermedia y 8 en los mayores. El nivel de estudios indica que “decir” se usa en 18 ocasiones por hablantes con estudios básicos, en 4 por los que tienen estudios medios y en 13 por los que tienen estudios superiores. El evidencial “llamar” se usa en 4 ocasiones por los hombres y en 3 por las mujeres. Es también más usado por los hablantes de edad intermedia (5 casos) y por quienes tienen estudios básicos (5 casos). El resto de las marcas corresponde a modalizadores cuya frecuencia de empleo va de 1 a 2 casos, y no se observa ninguna tendencia al respecto.

En lo referido a la posición, de los 34 casos intermedios integrados, los hombres usan más esta posición que las mujeres: 19 vs. 15, los hablantes de edad intermedia más que los jóvenes y que los adultos: 16 vs. 11 vs. 7, y quienes tienen estudios básicos y universitarios más que aquellos con estudios medios: 14 vs. 14 vs. 4. Quienes usan más la posición final integrada, que se registra en 5 oportunidades, son los hombres (4 casos), los de edad intermedia (3 casos) y quienes tienen estudios básicos (4 casos). Las demás posiciones registran frecuencias de empleo tan bajas, que no podemos asumir que existe algún patrón en su empleo. En cuanto al tipo de enunciado, de las 28 unidades fraseológicas, los hombres superan a las mujeres en su empleo: 16 vs. 12, los hablantes de 20 a 34 años superan a los de edad intermedia y a los de 55 años y más: 12 vs. 10 vs. 10, y los hablantes con nivel básico de estudios usan más marcas del tipo fraseología que quienes tienen estudios medios y superiores: 17 vs. 7 vs. 8.  Cuando se trata de creencias generalizadas, lo que se observa es que no hay diferencias de sexo (9 y 9 casos), hay una tendencia a usarlas más por los hablantes de edad intermedia (13 casos) y por los hablantes con estudios superiores (10 casos).

Sobre el tipo de texto en el que aparecen las marcas de folclore, se ve que los hombres usan en 16 casos dichas marcas en textos argumentativos y las mujeres en 17 ocasiones. En la variable edad, se registran más casos para la edad intermedia: 19 casos versus 8 en la edad joven y 6 en hablantes de edad mayor. Para el nivel de estudios, 13 casos son del nivel superior, 13 del básico y 6 del medio. Las marcas de acervo común en narraciones son más usadas por los hombres (5 casos), por los hablantes de los grupos etarios segundo y tercero (3 casos en cada grupo) y por los hablantes con estudios superiores (4 casos). En las intervenciones descriptivas, al igual que en las narraciones, son más usadas por hombres (4 casos), más empleadas por los hablantes de los dos primeros grupos de edad (3 en cada caso) y más por los hablantes con nivel de estudios básicos (4 casos), al contrario de lo que ocurría con el folclore en las narraciones. En coherencia con esto, sobre la fuerza ilocutiva de los actos de habla, puesto que la mayoría fueron casos de asertivos de opinión, no se registran diferencias entre sexos (16 en cada caso), la mayoría son de hablantes de edad intermedia (19), le siguen los jóvenes (8) y al final se ubican los mayores (5), y el nivel de estudios muestra que en los extremos de la escala educacional se usan en 13 ocasiones y en los hablantes con estudios medios en 6 oportunidades. En cuanto a los actos asertivos de información, se registran más marcas en los hombres (9 casos), más en los hablantes de 20 a 34 años (6 casos) y más en los hablantes con estudios básicos (7 casos). Ligado a esto mismo, se halla la imagen del hablante en relación con el contenido de lo dicho: puesto que se trata mayormente de usos registrados en tipos textuales argumentativos, que suelen ser polémicos, y donde, en consecuencia se destacan los actos asertivos de opinión, se ve que, cuando se trata de salvaguardar la imagen propia, los hombres usan más este recurso: 15 vs. 10; los hablantes con edad intermedia lo usan en 14 veces, los jóvenes en 8 oportunidades y los mayores en 3 ocasiones, y son quienes tienen menos y más formación quienes más protegen su imagen (11 casos) y los que tienen estudios medios en 3 casos.  Recordemos que, en 15 ocasiones, los enunciados donde se usa el folclore no involucran imágenes: esto es más común en las mujeres (8 casos), no presenta ninguna diferencia a nivel de edad y es más típico en hablantes con estudios básicos (6 casos). Los casos donde se afecta la imagen del interlocutor presente son exclusivos de los hombres con nivel de estudios básicos independientemente de la variable edad, y cuando se trata de afectar la imagen de un interlocutor no presente, también se trata de usos más masculinos, pero de edad intermedia (3 casos) con independencia del nivel de estudios.

En definitiva, los datos aquí expuestos revelan que el análisis de muestras de habla oral, en este caso correspondientes a los materiales del corpus PRESEEA de Santiago de Chile, permite dar cuenta de la forma en que los hablantes, en tanto integrantes de una comunidad de habla, reconstruyen en su discurso su propia identidad, pues a través de ciertas prácticas comunicativas se evidencian fenómenos lingüísticos, entre los que se halla la evidencialidad de acervo común, que dan cuenta de patrones de significado regulares dentro de una comunidad de habla.

 

5. Conclusiones

 

Una vez completada la aplicación de la Guía PRESEEA de estudio de la evidencialidad de folclore o acervo común de Cestero y Kotwica (2021a) en el corpus de Santiago de Chile, se puede concluir lo siguiente:

 

  1.        Entre los recursos de atenuación, el folclore es de los menos recurrentes frente a otros como la justificación atenuante o la concesividad atenuante, cuyas frecuencias de empleo son muy elevadas (Guerrero, 2021). Aun así, se pueden apreciar determinados patrones de comportamiento que evidencian que el estudio de este tipo de recursos es válido para determinar no solo cómo y para qué usan los hablantes de Santiago de Chile este fenómeno lingüístico, sino también para identificar la existencia de patrones de convergencia y divergencia con otras variedades del español.
  2.        El análisis de los datos permite concluir que, como en otras variedades del español, como la madrileña y la valenciana, los santiaguinos usan el acervo común, en general, para atenuar. La función de refuerzo argumentativo es también frecuente, pero menos destacable que la anterior.
  3.         A nivel lingüístico, se pueden observar algunos patrones de comportamiento: el evidencial más empleado para las marcas de folclore es “decir”, aunque se registran casos de “llamar” y de otros modalizadores como “verdad”, “obvio” y “por supuesto”. Luego, la posición discursiva más usada es la integrada intermedia y se suelen registrar casos de frases hechas que se agrupan en torno a 9 grandes temas, caracterizados por ser potencialmente polémicos y/o por pertenecer a diferentes esferas del tabú lingüístico.
  4.        En la dimensión pragmático-discursiva se observa que es la tipología argumentativa la que recoge la mayor cantidad de usos de folclore en actos asertivos de opinión, cuya fuente de información es indeterminada. Esto se relaciona con la protección de la imagen propia, puesto que, al argumentar, los hablantes ven como necesario el autocuidado de su imagen y para no exponer la de otros, no explicitan su fuente de información.
  5.        Los factores situacionales permiten concluir que estos usos se registran en temáticas cotidianas y sobre todo en los primeros y en los últimos minutos de la entrevista.
  6.           Los factores sociales en estudio dan cuenta de que se trata, al menos desde el ámbito descriptivo aquí expuesto, de un fenómeno más propio de los hombres de Santiago de Chile, de los grupos de edad intermedia y de quienes tienen estudios básicos o universitarios. En este sentido, aunque se trata de pocos casos, podemos proyectar que el acervo común consiste en un fenómeno variable que debe abordarse desde la sociopragmática.
  7.        Finalmente, debe destacarse que, pese a que el folclore no es un recurso recurrente en las entrevistas analizadas, su abordaje sirve para avanzar en la descripción del habla santiaguina desde las dimensiones pragmática y sociolingüística, a la vez que aporta nuevos antecedentes para continuar hablando de construcción identitaria de esta comunidad de habla.

 

6. Notas


[1] Equivalente a “todo tiempo pasado fue mejor”.

[2] El “Estado de compromiso” en Chile (1935-1955) hace alusión “a los pactos sociales entre diferentes sectores, partidos políticos y Estado, tendientes a satisfacer las demandas de los sectores medios crecidos al amparo del mismo Estado, del incremento del sector servicios y de la industria nacional” (Serrano, 1992, p. 198). El Estado opera, en este sentido, como regulador de desigualdades, con un rol empresario, fiscalizador de las relaciones capital-trabajo, de las relaciones de género, de la educación, del consumo; se trata, en definitiva, de un Estado intervencionista (Plaza Armijo, 2021).

 

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Nota sobre las/os autoras/es

 

Silvana Guerrero González es Doctora en Lingüística por la Pontificia Universidad Católica de Chile, Magíster en Lingüística con mención en Lengua española y Licenciada en Lengua y Literatura Hispánica con mención en Lingüística por la Universidad de Chile. Profesora Asociada del Departamento de Lingüística de la Universidad de Chile. Investigadora por Chile del Proyecto para el Estudio Sociolingüístico del Español de España y de América (PRESEEA), del Proyecto para el estudio de las creencias y actitudes hacia las variedades del español en el siglo XXI (PRECAVES-XXI) y del Proyecto América y España español coloquial (Amereco). Sus líneas de investigación son la pragmática y la sociolingüística del español de Chile.

 

Javier González Riffo es Doctor en Lingüística por la Pontificia Universidad Católica de Chile, Magíster en Lingüística con mención en Lengua española por la Universidad de Chile. Profesor Asistente de la Escuela de Pedagogía en Castellano de la Universidad Católica Silva Henríquez. Colaborador por Chile del Proyecto para el Estudio Sociolingüístico del Español de España y de América (PRESEEA) e investigador del Proyecto América y España español coloquial (Amereco). Sus líneas de investigación son la pragmática y la sociolingüística del español de Chile.

 

Valentina Espinoza Díaz es Magíster © en Lingüística con mención en Lengua española y Licenciada en Lengua y Literatura Hispánica con mención en Lingüística por la Universidad de Chile. Ayudante de cátedra del Departamento de Lingüística de la Universidad de Chile. Sus líneas de investigación son la pragmática y la lingüística cognitiva.

 

Daniela Ibarra Herrera es Doctora en Lingüística por la Lancaster University y se desempeña como académica en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Sus líneas de investigación son el análisis del discurso y el análisis discursivo en sistemas híbridos de medios.

 

Consuelo Gajardo Moller es Doctora en Lingüística por la Pontificia Universidad Católica de Chile y Licenciada en Lengua y Literatura por la Universidad de Chile. Profesora Asistente de la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Sus líneas de investigación son el análisis de discurso y la pragmática del español de Chile.

 

 

 

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