Philologica Canariensia

Revista de Filología de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria

20 (2014), pp. 191-193

eISSN: 2386-8635

DOI: https://doi.org/10.20420/PhilCan.2014.0030  

 

 

GERMÁN SANTANA HENRÍQUEZ (ed.), Literatura y cine, Madrid, Ediciones Clásicas, 2012, 345 pp. ISBN: 978-84-7882-756-0.

 

 

La cultura del último siglo de nuestra Historia ha sufrido la irrupción de lo cinematográfico y lo virtual. De hecho, el Trivium de las Humanidades podría ser el Cine, las Filologías y la Historia. La elección de la temática para la edición de un libro sobre estos temas la vemos más que acertada y de una actualidad científica evidente.

En el ya pasado año de 2012, la Fundación Canaria Mapfre Guanarteme y Ediciones Clásicas, S. A. han publicado la obra Literatura y Cine, cuyo editor es Germán Santana Henríquez, al que damos la enhorabuena por el trabajo realizado: más de 300 páginas que son el fruto de un encuentro-seminario en el que han tomado parte nueve especialistas en ambas disciplinas.

Las nueve colaboraciones, como si fueran nueve capítulos, podemos dividirlos a su vez en dos secciones. La primera y más numerosa es la que titularíamos Cultura Clásica y Cine, en el que incluimos seis ponencias.

Marcos Martínez Hernández, “La literatura griega antigua en el cine”, nos detalla en un extenso artículo una lista muy bien analizada de todas las películas que en los más de cien años de la Historia del Séptimo Arte han tocado el tema de la Grecia Clásica, ya sea en el apartado literario como en el histórico.

Algo similar hace Antonio María Martín Rodríguez en “De la historia al cine (pasando por la literatura): las mujeres de Espartaco”. Con maestría, nos presenta la historicidad del esclavo tracio y los añadidos literarios y cinematográficos a su ficticia y no documentada compañera sentimental.

Del mismo modo, María de la Luz García Fleitas en “La imagen estereotipada de Cleopatra VII: supresión y ampliación de roles en el cine”, repasa las Cleopatras cinematográficas desde el cine mudo y se centra en aspectos más o menos históricos de su personalidad, que desembocan en un compendio de sensualidad desbordante como principal característica tanto de la persona como de las actrices que la representaron en el celuloide.

Rosa Sierra del Molino en su magnífico estudio sobre “La Livia histórica frente a la Livia cinematográfica en la serie Yo, Claudio”, nos propone una nueva lectura sobre la reinterpretación que hacen los historiadores clásicos contemporáneos de Livia, así como la versión del adaptador televisivo de la novela, para sí tratar de aproximarse a la verdadera personalidad de la esposa del emperador Octavio Augusto.

El editor Germán Santana firma un interesante artículo sobre “Un héroe griego en dibujos animados: Hércules de Walt Disney”, buen estudio y muy actual, en el que se enlazan elementos de la legendaria mitología con una disciplina, un arte, que enlaza también con la nueva cultura visual, el cómic. La irrupción con mucha fuerza de esta nueva narrativa afianza nuestra concepción representativa de la creación y adaptación literaria.

Por su parte Lidia Martín Adán desgrana con soltura la épica mitológica de hace dos milenios y medio, y la hace confluir con el nuevo espectáculo que en la gran pantalla recrea la vida y las aventuras de personajes estereotipados, por los que nos consideramos herederos de la cimentadora cultura grecolatina. Los géneros literarios griegos se han adaptado al mismo tiempo que adaptamos nuestros símbolos audiovisuales.

La segunda sección es la que titularíamos “Ver cine y leer a los clásicos de nuestra literatura”.

En este sentido, el artículo de Francisco Ponce Lang-Lenton es aleccionador, pues en su trabajo “Ver/leer: parecidos y contrastes”, ejemplifica perfectamente los nuevos modelos recreadores de una sociedad audiovisual. La relación de la narrativa y el cine es la del lector y el espectador.

Otro modelo de análisis teórico de arquetipos y personajes literarios y cinematográficos, es el que nos ofrece muy acertadamente Mónica Martínez Sariego en su trabajo “Literatura y Cine: de la adaptación a la decantación a través del ejemplo del monstruo y la doncella”.

Por último, un ejemplo de recreación narrativa y recreación cinematográfica en el artículo de Victoria Galván González, “Literatura y cine: La Regenta y Gonzalo Suárez”. No hay duda de que reconocemos al personaje en su ficción audiovisual y recreamos una obra maestra literaria en el nuevo universo cinematográfico o televisivo. Binomios como los del director-recreador, actriz-imagen recreada solo son posibles tras el tránsito por los nuevos roles culturales que emanan del Séptimo Arte.

En verdad, desde los años 90 un número importante de series de televisión y grandes superproducciones vuelven a recrearnos historias protagonizadas por personajes de la literatura clásica, otros de ficción cinematográfica y algunos con cierta base histórica, con exitosos resultados en cuanto a público y espectadores.

El hecho no pasaría del mero espectáculo con mayor o menor dosis de entretenimiento o de calidad artística si no supusiera una incidencia importante en la iconografía cultural y en la educación. Es un axioma que una imagen vale más que mil palabras y en el sistema pedagógico actual es esencial para motivar, trabajar y analizar los componentes didácticos derivados de nuestra cinematografía. Hoy partimos con ventaja, ya que en el cine actual la reconstrucción arqueológica y la crítica literaria alcanzan unas cotas que no sospechaban los productores del peplum o de adaptaciones literarias, épicas o de narraciones históricas que adolecían de claros anacronismos.

El cine se le (nos) presenta al profesor de Lengua y Literatura y al de Historia, Latín, Griego y Cultura Clásica como un medio limitado, y cuanto más libres y antiguas sean las adaptaciones, mayores son sus limitaciones. A pesar de ello somos muchos los profesionales que mostramos nuestras disciplinas científicas a través de la imagen.

Yo mismo lo mencionaba hace años en un artículo sobre el cine y la arqueología: el Cine es Cine, y la Literatura o la Historia no es una película compuesta por retazos muy parciales y sin perspectiva de una realidad muy compleja, que la inmensa mayoría de los cinéfilos (en especial el público estadounidense) no alcanza a entender. Sumemos a esta limitación la de unos personajes que se muestran como paradigmas planos. Con todo, es de agradecer que el cine potencie la curiosidad global sobre nuestros clásicos y sobre la reconstrucción de la vida de hombres y mujeres del pasado. El nuevo lenguaje cinematográfico condensa unos prototipos que evolucionan con la propia sociedad productora del séptimo arte. Por ello, vemos necesario el asesoramiento de filólogos e historiadores especialistas en autores y etapas, que acerquen las obras literarias y los manuales a las adaptaciones para la pantalla.

En definitiva, un resultado editorial científico, analítico y serio, que se nos antoja necesario para un mayor entendimiento de la cultura contemporánea y su relación con nuestros clásicos.


 

Eugenio Vega Geán

Centro de Estudios Históricos Jerezanos-CECEL