Philologica Canariensia

Revista de Filología de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria

20 (2014), pp. 195-199

eISSN: 2386-8635

DOI: https://doi.org/10.20420/PhilCan.2014.0031

 

 

EDUARDO ACOSTA MÉNDEZ, IN MEMORIAM

 

 

Jamás se me pasó por la cabeza que fuera a verme en la circunstancia de redactar unas notas recordatorias de uno de mis mejores amigos de juventud, tres años más joven que yo: Eduardo Acosta Méndez (Los Llanos de Aridane, La Palma, 12/01/1948 – Madrid, 17/07/2012).

Conocí a Eduardo en el Colegio de La Salle de San Ildefonso, de Santa Cruz de Tenerife, en el curso 196263, cuando estudiaba sexto curso de Bachillerato y él, quinto. Me lo presentó nuestro profesor, el Hermano Félix, quien inculcó a ambos el amor por el Griego. Volvimos a encontrarnos en la Universidad de La Laguna, cursando la antigua Licenciatura de Filosofía y Letras. Posteriormente nos vinimos a la Península, él a Barcelona, yo a Madrid, para cursar la carrera de Filología Clásica. Desde ese momento la trayectoria docente e investigadora de Eduardo Acosta transcurre entre Barcelona, Nápoles y Madrid.

En Barcelona se licencia con una Memoria titulada Estudios sobre el Gnomológico Vaticano (16/06/1970), que obtuvo la calificación de Sobresaliente por unanimidad y fue Premio Extraordinario, valiéndole además el Premio Especial de la Diputación de Barcelona al mejor expediente académico. Seis años después obtiene la dignidad de Doctor en Filosofía Letras (Sección de Filología Clásica) con su Tesis Estudios sobre la génesis de la Ética de Epicuro, leída el 8 de abril de 1976 en la Facultad de Filología, calificada con Sobresaliente cum laude. Tanto la Memoria como la Tesis fueron dirigidas por el prestigioso helenista J. Alsina Clota, a quien siempre consideró como su maestro. Otros colegas y Profesores suyos en la Universidad de Barcelona fueron Carlos García Gual, Emilio Lledó, Carlos Miralles y Eulalia Vintró, entre otros, todos ellos primeras figuras de la Filosofía y Filología Griega. Tras un lapso de un curso, 1970-71, como Profesor Interino en el I.N.B. de Santa Coloma de Gramanet, Eduardo Acosta desarrolló sus funciones como Profesor Ayudante en la Universidad de Barcelona desde el curso 1971-72 hasta el de 1980-81, encargándose especialmente de los Textos Griegos de Primero y Segundo, así como del Comentario de Textos Filosóficos Griegos de Cuarto Curso.

A principios de los ochenta trasladó su residencia a Madrid –con lo que pudimos renovar nuestra vieja amistad– entrando en contacto con otros colegas madrileños de la Universidad Complutense, especialmente el honorable helenista Luis Gil Fernández. Muy pronto obtiene una plaza de Catedrático de Griego de Instituto con el número uno de su Promoción. En 1983 logró una plaza de Profesor Adjunto Numerario (luego Profesor Titular) en la Universidad de Alcalá de Henares, donde desarrolló su labor docente e investigadora hasta que en los últimos años pidió la Excedencia. En el campo de la docencia se centró sobre todo en la enseñanza del Griego de la Facultad de Filología, en la Recepción y Tradición Clásicas, en la Sección de Hispánicas, y en el Comentario de Textos Históricos Griegos, en la sección de Historia. En esta Universidad encontró un afecto especial en los prestigiosos latinistas José Luis Moralejo y Antonio Alvar. Es en esta Universidad donde obtiene varias subvenciones que le permitieron desarrollar diversos Proyectos de Investigación: la edición crítica de la Defensa de Epicuro, de F. de Quevedo (por el Cabildo Insular de La Palma, 1984); el de los filósofos cínicos y cirenaicos en los papiros de Herculano (por la Fundación Juan March, 1986); el de los testimonios sobre la figura de Sócrates en los mismos papiros (por la Fundación del Banco Exterior, 1990); el de la terminología filosófica griega en los Papiros Herculanenses (Dirección General de Investigación, 1989); el del estudio y edición crítica de la Doctrina Estoica, de F. de Quevedo (Comunidad de Madrid, 1990) y el de los manuscritos e impresos de F. de Quevedo en la Biblioteca de Nápoles (Comunidad de Madrid, 1992).

Fue también en la Universidad de Alcalá de Henares donde dirigió varias tesis doctorales, de las que aquí destacaría la de Josefa Álvarez Valadés, La recepción de la figura y doctrina de Sócrates en la escuela medioplatónica de Gayo: Albino de Esmirna y Apuleyo de Madaura, leída en 1998. Desde el Curso 1983-84 desarrolló una intensa actividad como director del Seminario Permanente de Griego de la Facultad de Filología, organizando diversas actividades relacionadas con la enseñanza de nuestra disciplina.

Obtuvo también ayudas para Estancias de Profesores Universitarios en el Extranjero en los Cursos 198687 y 89-90: Profesor Visitante en el Instituto de Filología Clásica de la Universidad de Nápoles y en el Centro Internazionale per lo Studio dei Papiri Ercolanesi, centros en los que había investigado ya entre los años 1981 y 1983. Estas estancias en Nápoles se inscriben en el marco de la adquisición y perfeccionamiento de técnicas y métodos filológicos que pudieran servir de aplicación en la Enseñanza de la Filología Clásica, especialmente en relación con la Papirología, en la que tuvo como maestro a la señera figura de la Filología Griega italiana Marcello Gigante. Por su excelente labor en Nápoles – donde nacerán varias publicaciones que reseñaremos más adelante– y su estudio de los papiros de Herculano recibió en 1992 el Premio Internacional de Papirología Th. Momsen. Las publicaciones de Eduardo Acosta, tanto en libros como en artículos científicos, son numerosas y relacionadas con facetas diversas de la Filología Griega. Aquí nos limitaremos a destacar las más sobresalientes. En el dominio de la Filosofía Griega, las más numerosas, merecen recordarse las siguientes publicaciones:

 

En el dominio de la Literatura griega sobresale el capítulo dedicado a “La Filosofía en Época Imperial”, de la Historia de la Literatura Griega, uno de los mejores manuales de esta materia, coordinada y dirigida por J. A. López Férez, ed. Cátedra, Madrid, 1988. En el campo de la Lexicografía y Papirología griegas son dignos de reseñar los artículos publicados en la prestigiosa revista Emérita, 59 (1991), 60(1992), 63 (1995), titulados “Notas lexicográficas herculanenses”, que versan sobre los hapax legómena (palabras griegas que sólo aparecen una vez) registradas en los Papiros de Herculano y que no están registradas en los léxicos existentes. Como Editor ya hemos mencionado su edición de Filodemo en relación con los testimonios sobre Sócrates, obra en colaboración con la profesora italiana A. Angeli, a lo que habría que agregar la edición crítica de la obra de Filodemo Sobre la adulación, publicada en Cronache Ercolanesi, 13 (1983), así como la Defensa de Epicuro contra la común opinión, de F. de Quevedo, ed. Tecnos, Madrid, 1986. En el terreno de la Didáctica del griego antiguo es digna de mención la antología que dirigió y coordinó, con once colegas de Instituto y Universidad, titulada Eurípides. Antología de Textos sobre la Mujer, publicada por la Universidad de Alcalá de Henares, en 1987. En el campo de la Medicina griega Eduardo Acosta nos dejó una excelente muestra de su buen hacer filológico con el libro Médicos y Medicina en la Antigüedad Clásica. Antología de textos, publicada en una edición no venal por la Fundación Canaria Hospitales del Cabildo Insular de Tenerife, 1999, libro muy cuidado y bien ilustrado, con casi cincuenta reproducciones de escenas médicas de la Antigüedad, procedentes de los más prestigiosos Museos europeos. Por último, en su cualidad de Traductor, además de los citados anteriormente, debemos destacar su traducción, introducción y notas del diálogo platónico Menéxeno, en el vol. II de los Diálogos de Platón, en la prestigiosa editorial Gredos de Madrid, en 1983. Por lo demás, Eduardo Acosta participó en numerosos Congresos e impartió muchas Conferencias sobre temas de sus desvelos filológicos, siempre con gran brillantez y seguidas con enorme interés por el público asistente. Podemos decir que Eduardo Acosta fue un helenista integral: editor, traductor, papirólogo, lexicógrafo, historiador y fino comentarista de la literatura, filosofía y medicina griegas, especialmente de época helenística e imperial. Quienes le conocimos podemos dar testimonio de su locuacidad, amenidad y buen humor en las nuestras frecuentes charlas –muchas veces en contextos gastronómicos, como buen epicúreo–, cualidades que le adornaron, no menos valiosas que las científicas. Con su muerte desaparece un gran filólogo griego de origen canario, que se une así al vacío que ya dejara otro gran helenista y amigo, Alberto Díaz Tejera. Aunque en el caso de Eduardo Acosta la muerte segó su vida prematuramente y nos privó de su brillantez y dotes de persuasión. ¡Qué descanse en paz!

 

 

MARCOS MARTÍNEZ HERNÁNDEZ

Universidad Complutense de Madrid