Philologica Canariensia 24 (2018), pp. 77-88

eISSN: 2386-8635

DOI:  https://doi.org/10.20420/PhilCan.2018.198

Recibido: 9 de octubre de 2017; aceptado: 22 de enero de 2018

Publicado: 18 de julio de 2018 


 

 

 

LA APRECIACIÓN AFIJAL EN CONTEXTOS DE SOCIOLECTO BAJO EN EL HABLA DE SEVILLA*

 

                                                                                                                                                                       JUAN MANUEL GARCÍA PLATERO            MARÍA AUXILIADORA CASTILLO CARBALLO 

                                                                                                                                                                 Universidad de Sevilla                                         Universidad de Sevilla

 

 

RESUMENEn el análisis de un corpus basado en entrevistas semidirigidas a hablantes sevillanos ubicados en un sociolecto bajo se observa un empleo frecuente del diminutivo. El valor de estos sufijos viene motivado por la autoprotección del informante, dadas las circunstancias comunicativas en las que se ve inmerso. Los datos corroboran una de las funciones básicas de este tipo de afijo, por más que se puedan percibir, en menor medida, usos peyorativos.[1] 

PALABRAS CLAVEcorpus, variación léxica, sufijos diminutivos, eufemismo, disfemismo 

 

 

Diminutive affixes in the lower-class sociolect of Seville

 

ABSTRACTIn a corpus-based analysis of semi-directed interviews with Sevillian speakers of a low sociolect, a frequent use of the diminutive is observed. The value of these suffixes is determined by the self-protective strategies employed by the informants, due to the communicative circumstances in which they are immersed. The data corroborate one of the basic functions of these type of affixes, although less frequent pejorative uses may be observed. 

KEYWORDScorpus, lexical variation, diminutive suffixes, euphemism, dysphemism 

 

1. INTRODUCCIÓN 

 

En contraste con los afijos aspectuales, los que modifican de manera sustancial el contenido semántico de la base léxica con la que se combinan, lo que da lugar, con cierta frecuencia, a transcategorizaciones, los no aspectuales aportan un carácter axiológico (al margen del valor dimensional o no, pues también la cuantificación implica rasgos de subjetividad), por lo que la connotación adquiere una importancia reseñable, frente a la supuesta objetividad que define a la no apreciación lexicogenésica. Y decimos supuesta, en la medida en que no conviene hablar de discreciones en una continuidad donde los avatares discursivos tienen la última palabra. Es decir, formantes antepuestos y pospuestos, en principio catalogables dentro de la aspectualidad, adquieren con relativa frecuencia valores disfemísticos, aunque por necesidades metodológicas se agrupen entre los constituyentes no apreciativos. Todo esto nos corrobora que en los morfemas potestativos no puede obviarse la dimensión pragmática, sobre todo en lo que respecta al ámbito de la (des)cortesía (Martín Zorraquino, 2012), aunque sea difícilmente catalogable en un repertorio lexicográfico, dadas las dificultades que ello entraña.[2] En todo caso, la necesidad resulta especialmente visible cuando se consulta un corpus suficientemente representativo que tenga en cuenta los usos orales.  

En algunos trabajos (Castillo Carballo y García Platero, 2012) se ha demostrado que en el continuo sinstrático-sinfásico empleado en determinadas sectorialidades léxicas, como la política, sin olvidar la interrelación con los usos mediáticos (García Platero, 2010), no se escatiman usos despectivos circunscritos a unas contexturas en las que los interlocutores aceptan rutinariamente empleos léxicos en función de los roles asumidos.[3] Aparte del tenor y del rasgo de formalidad, que implican un alarde pleno de sesquipedalismos y no pocas oquedades iterativas, lo más reseñable es el predominio de mecanismos propios de la escritura, frente a la oralidad, en el sentido amplio que se suele dar en los últimos años (Briz, 1996). Frente a lo señalado, en el ámbito conversacional, y especialmente en sociolectos bajos, es previsible la práctica ausencia de mecanismos lexicogenésicos no aspectuales, salvo los que se incluyen en la disminución, por supuesto con los valores pragmáticos correspondientes, y en la llamada afijación intensiva, pospuesta o antepuesta, en función de la variable etaria en la que se encuadra el informante. En ese sentido, el carácter dialogístico de una entrevista semidirigida no arroja especiales excepciones respecto a los apriorismos lexicogenésicos de los que se parte en análisis de similares características.  

Gracias a los materiales con que cuenta el proyecto de investigación Patrones sociolingüísticos del español de Sevilla (PASOS-SE), que se enmarca en el Proyecto para el estudio sociolingüístico del español de España y de América (PRESEEA),[4] pretendemos, mediante el empleo de las encuestas orales que conforman el corpus de análisis, seleccionar una muestra representativa de elementos léxicos, no solo de unidades simples sino también complejas, que revelen el comportamiento idiosincrásico del habla de Sevilla, representativa, en cierta medida, de la variedad occidental de Andalucía. Obviamente las coincidencias léxicas con el estándar del español de España también pueden valorarse contextualmente, ya que evidencian la convivencia de la modalidad no marcada con los usos propios de un área geográfica concreta.  

Pese a las dificultades con las que se puede encontrar el investigador, es innegable la importancia de los corpus orales, en la medida en que se percibe, con las superposiciones de planos, una visión fidedigna de la realidad discursiva (Pérez Álvarez, 2015). Es obvio que las producciones orales se convierten en un referente imprescindible porque difícilmente las sintopías léxicas se presentan totalmente aisladas.[5] 

 

2. LA APRECIACIÓN LÉXICA. LA AFECTIVIDAD  

   

Antes se ha hecho referencia a la dificultad de establecer compartimentos estancos en el ámbito lexicogenésico, dada la dependencia situacional. Esto se manifiesta con más ímpetu en el dominio léxico que analizamos. Los diferentes investigadores que han abordado la afijación apreciativa en textos de esta naturaleza llegan a conclusiones muy semejantes. Así, dadas las características de una entrevista semidirigida, se tiende, por un lado, a desechar usos disfemísticos, en la medida en que la situación no los propicia, por más que estén interiorizadas determinadas piezas léxicas o actualizaciones de ciertos constituyentes en el idiolecto, y, por otro, a obviar mecanismos de cortesía, pues no resultan necesarios, debido a la asunción de roles dialogísticos que van a determinar las actuaciones lingüísticas, al margen de que la casuística sea ciertamente destacable (Albelda Marco, 2004).  

Al margen de la presencia o no de complicidades entre el entrevistador y el informante, lo cierto es que se asume un determinado registro, en función de la finalidad académica de la entrevista grabada. Es decir, no se pueden observar en los textos relaciones de solidaridad entre los hablantes. El informante responde a preguntas relacionadas con su entorno inmediato, sus vivencias y, ocasionalmente, como tendremos ocasión de comprobar, su propia conciencia lingüística; de ahí que no sean necesarias actualizaciones discursivas encaminadas a preservar la imagen del informador, pues la función dialogística queda ciertamente restringida, mientras que el entrevistado va a hacer referencias constantes a realidades cotidianas. Por ello, se tiende, dadas las intervenciones cuasimonológicas, a preservar la autoimagen mediante la función mitigadora del constituyente afijal diminutivo.  

Dado que nos encontramos con informantes ubicables en el sociolecto bajo, se presupone, como también se ha destacado en alguna ocasión, una tendencia más acentuada al empleo de este mecanismo apreciativo, debido a la pretendida espontaneidad, por lo que los condicionamientos de formalidad quedan restringidos a la ausencia de realidades tabuizadas,[6] condicionada por el rol del informante. Esto explicaría la reducida presencia del constituyente -illo, pues en empleos informales adquiere, en no pocas ocasiones, valores disfemísticos (García Platero, 1997), si bien conviene tener en cuenta las excepciones y las distintas proporciones derivadas de la sintopía analizada.[7]  

Resulta destacable que no se observe, frente a lo demostrado en otras investigaciones, una especial diferenciación etaria. Por otra parte, nos faltan aún contexturas suficientes para analizar la importancia del factor sexolectal. Conviene también subrayar que es difícil establecer un deslinde entre lo estrictamente perteneciente al idiolecto y la intencionalidad comunicativa, rasgo al que ya aludió en su día Rodríguez-Izquierdo (1981) en una aproximación al empleo del diminutivo en la ciudad de Sevilla, sin obviar las influencias geográficas o situacionales. Hay que incidir, en todo caso, en la idea de la preponderancia del valor afectivo, pues el meramente referencial requiere, la mayor parte de las veces, recurrencia a reforzamientos léxicos. De todas maneras, incluso cuando se considera la catalogación referencial, siempre quedarán dudas, ya que escasean datos que demuestran la ausencia de factores complementarios a lo estrictamente dimensional, como los que responden a evocaciones o intencionalidades. Del mismo modo, es complejo, pese a los apriorismos antes señalados, establecer fronteras en el continuo eufemístico-disfemístico, incluso en el caso de las entrevistas semidirigidas, dado que entran en consideración factores muy diversos, apegados al contexto inmediato, que no necesariamente han de explicitarse. Se trata, por tanto, de solapamientos de sentido que dificultan una clasificación taxativa.  

 

3. ATENUACIONES Y DISFEMISMOS 

 

Si observamos los ejemplos referidos al sufijo -ito, resulta destacable, por las razones antes indicadas, la preponderancia de la función atenuadora, muy unida al alejamiento de la asertividad, lo que se manifiesta en el empleo habitual de la forma poquito. Del mismo modo, esta pieza léxica se utiliza, con relativa frecuencia, como elemento realzador eufemístico al preceder a formas adjetivas en -ito que contextualmente adoptan esta función. Los ejemplos son numerosos en nuestro corpus:[8] 

  

  1.             E: ¿tú crees que la gente se iba a portar mejor por el simple hecho de que hable de usted?

I: no // la gente se va a comportar igual que como se comporta   

E: igual o peor ¿no?

I: o <alargamiento/> o igual peor

E: ¿incluso puede ser motivo de risa / tú crees?

I: yo creo que sí / por lo menos por mi parte si yo estuviera en el instituto

E: uhum

I: por <vacilación/> por mi parte sí // me cachondearía un poquito de <vacilación/> / de eso. 

 

  1. I: ¿qué pasa? / ¿que la que esté un poquito más gorda no puede vestir bien?

E: efectivamente 

I: siempre ponen a ro <palabra cortada/> a <alargamiento/> personas un poquito más gruesas <simultáneo> le ponen la ropa </simultáneo>. 

 

  1. I: un hombre mayor / muy alto / cojo / un poquito cojo el hombre y siempre me daba dinero porque daba los <palabra cortada/> daba los premios y me daba como un regalito.

 

  1. I: sí / tengo esa norma / a no ser / que tenga mi edad 

E: uhum 

I: <ruido= “chasquido boca”/> que entonces de tú a tú a no ser que una persona mendiga no me hables de usted / pero normalmente médicos / mmm personas un poquito mayor que yo / mandos de trabajo.  

 

El valor atenuador afectivo resulta más evidente cuando antecede a formas adjetivas aumentativas:[9] 

 

  1. I: sí perfectos / mi Álvaro ha sido un niño muy noble muy noble desde siempre / muy buen niño / mmm es cariñoso pero manifestaba más el cariño hacia mí que hacia el padre / o sea tenía más bien <ininteligible> conmigo / pero luego lógicamente con su padre todo lo que es de su padre ¿no? muy bien / pero sin embargo / <ruido= “chasquido boca”> mi Carmen es más cariñosa en todos los aspectos / manifiesta muchísimo durante todo el día el cariño / tanto al padre como a mí // pero es un poquito más enfadona.

 

La previsible función disfemística aumentativa sí está presente en otros casos:[10]  

 

  1. I: carros y carretas / que la llevaba a todos lados y ahora esto lo otro / vamos / que también me llevé muy bien con ella / las cosas como son eh / le hacía muchos regalos a los niños sin yo / porque yo no soy pidona / yo nunca pido / me hiciera falta o no me hiciera falta.

   

Pese a que, como se dijo antes, se prefiere la forma -ito, en algunos ejemplos se percibe la alternancia sin especiales diferencias:[11]  

 

  1. I: sobre todo mi madre <risas= “todos/>> / es un poquito más <alargamiento/> hay ciertos temas en los que hay que <vacilación/> que insistirle un poquillo más para que vaya <secuencia inacabada/>.

 

Al margen de consideraciones axiológicas, resulta llamativo que en las reflexiones metalingüísticas sobre la sintopía a la que representa se aluda, junto a rasgos fonéticos e iterados estereotipos, al empleo constante de -illo, si bien el único ejemplo es el consabido chiquillo: 

 

  1. E: no ¿no? bien / eh <alargamiento/> bueno eh <alargamiento/> <silencio/> bueno eh <alargamiento/> no sé / dime alguna expresión andaluza I: eh <alargamiento/> no<alargamiento/> ¿entre amigos?

E: uhum 

I: nos hablamos <alargamiento/> // mucho de <alargamiento/> “illo” <risas= “I”/> 

E: uhum 

I: vale / no sé / usamos mucho la “s” / somos muy sevillanos 

E: uhum uhum 

I: eh / la <vacilación/> la ce <vacilación/> la ce de casa nos la comemos / usamos las eses  

E: uhum 

I: y <alargamiento/> no sé 

E: <silencio/> alguna así / no sé / de aquí típica de <alargamiento/> / sí / eso “mi     alma” ¿no? 

I: mi alma eh <alargamiento/> 

E: que se escucha mucho 

I: sí 

E: y se utiliza / uhum uhum 

I: chiquillo también / chiquilla.  

 

Algunas veces se produce el mencionado solapamiento de sentidos al convivir el valor meliorativo con el irónico:[12] 

 

(9)      E: ¿has hecho alguna vez un viaje de fin de curso? 

I: sí 

E: ¿y qué tal? 

I: bien  

E: cuéntame un poquito  

I: bien / de fin de curso / ¡uf! / hace muchos años ya 

E: hace / bueno  

I: ¡uf! / hace once años  

E: uhum / uhum ¿adónde fuiste? 

I: a la sierra de Huelva fui  

E: ¿y qué tal? 

I: a un campamento / fatal porque

E: ¿y eso?  

I: fatal // porque la liamos un poquito  

E: venga / cuéntame  

I: las cosas de niños y nos tuvimos encerrados en una cabaña / nos encerraron los profesores y lo pasamos muy mal / pero bueno / los primeros días nos lo pasamos muy bien / ya / se nos fue de las manos un poquito. 

 

En otros casos, pese a que no se obvian voces malsonantes, permanece una suerte de atenuación motivada por la situación comunicativa que propicia la indicada reducción de la asertividad, si bien el efecto es similar al empleo de constituyentes antepuestos como seudo-, o semi-, en la medida en que se resalta, aún más si cabe, el sentido disfemístico, por más que no esté presente en el sociolecto analizado. En este caso, se trata exclusivamente de un resorte pragmático que excusa la actualización de la pieza léxica tabuizada, sin la habitual autocensura esperable en el tipo de entrevistas que se estudia:[13]  

 

  1. E: ¿tienes hijos?

I: sí / una una niña  

E: una niña </simultáneo> ¿cómo es tu cómo es tu hija? 

I: es <alargamiento/> superlinda / es lo mejor que me ha pasado // me está ayudando mucho / porque lo estoy pasando un poquito mal ahora 

E: uhum 

I: el padre me ha dejado / eh <alargamiento/> un poquito cabrón <risas= “E”/> sí sí y <alargamiento/> es la que me levanta todos los días. 

 

  1. I: Era de esas personas antiguas como las que trabajan en las cigarreras y todas esas cosas que dicen / pues y aparte es que era sucita / era un poquito guarrita.

 

La atenuación autoprotectiva se percibe, sin embargo, en este otro ejemplo,[14] donde curiosamente se utiliza la forma -illo, más habitual en los empleos disfemísticos: 

 

  1. I: <risas = “I”/>: y los saltamontes también los cogíamos y los metíamos en unos botes de cristal y hormigas de esas grandes de las cabezas gordas / a hacer un poquito la gamberrilla digamos / no hacíamos cosas malas como hoy por ejemplo / que parten papeleras o parten los cristales de las paradas de los autobuses / era cosa / que no nos metíamos con nadie.

 

Los valores afectivos son, como se dijo antes, los predominantes. En algunos casos, es difícil separar la tendencia estilística idiolectal de lo estrictamente axiológico. Se percibe, por otra parte, un valor aproximativo, como en el texto siguiente, pues únicamente se utiliza el constituyente afijal cuando hay vacilación léxica:[15] 

 

  1. E: y si tuvieras no sé / que elegir un color para cada estación del año ¿cuál escogerías? <silencio/> así rápidamente.

I: así rápidamente / pues el invierno negro / el verano <alargamiento/> verde / el otoño <alargamiento/> el otoño mmm / no sé / marroncito  

 E: uhum

I: y el <alargamiento/> y primavera azul / primavera azul      

E: uhum ¿y por qué azul? 

I: es signo de que cambian las cosas eh <alargamiento/> está entrando otro nuevo aire / llega el calorcito / no sé. 

 

La afectividad manifiesta en calorcito está presente en otras voces:[16] 

 

  1. I: me gusta más ir de diita / tranquilito con mis amigos y <alargamiento/> cuando anochece irnos para casa.

  

  1. I: <ruido= “especie de sonido seseante hecho con la boca”/> y si no pues / intento cogerlas a finales de septiembre que es cuando menos gente hay en la playa y es buen tiempecito también.

 

  1. I: yendo para allá pues tengo un campito que <alargamiento/> sí yo todos los inviernos me iba a mi campo a pasar las navidades / a tirar allí // petardos / a estar allí toda la familia reunida. 

 

Ya señalábamos que cuando se alude a lo estrictamente dimensional se acude a mecanismos reforzativos pleonásticos, como se comprueba en estos ejemplos:[17] 

 

  1. I: y mucho es / y mucho es <risas= “E”/> > y poco más // tampoco soy yo mucho de <alargamiento/> poner una tapia / montar un belén / no E: no tienes paciencia ¿no?

I: y un arbolito chiquitito // ya está. 

 

  1. I: en la <vacilación/> vamos a ver / debajo de la farola ¿no hay una puertecita / chiquitita? 

 

Sin los elementos reforzadores únicamente la actualización discursiva podría aislar lo estrictamente referencial de lo axiológico. En el siguiente ejemplo, del mismo informante, se combinan ambos casos, pues se utiliza el posesivo mi con una función pragmática afectiva, así como la locución adverbial de valoración intensificadora de puta madre. Lógicamente la ubicación sociológica del informante parece excluir el valor de modestia que en otras contexturas posee el constituyente diminutivo:   

 

  1. I: sí / tiene una piscina / tengo mi huerto / tengo una piscina / tengo mi casa y después tengo fuera un chiringuito con mi cocina / mi barril de cerveza 

     E: uhum 

I: mi trastero para guardar las cosas / las herramientas / el cortacésped <ininteligible/>                               

E: uhum // nada / entonces está muy bien ¿no?

I: está muy bien / no es una cosa <alargamiento/> exagerada

E: pero que para vosotros

I: pero que una casita para nosotros que somo<alargamiento/> sie <palabra cortada/> ocho personas

E: uhum

I: o nueve // está de puta madre.  

 

Más arriba se hizo referencia al valor afectivo del posesivo antepuesto, que predispone, en gran manera, el contenido de la posposición afijal. Esto se evidencia en el siguiente contexto:[18]  

 

(20)  I: organizo eso / y si puedo arreglar la cena también / <ruido= “tos”> y eso el di <palabra cortada/> la rutina / si está J. de descanso vamos a tal sitio / vamos al 

Carrefour / nos tomamos un cafelito también afuera que nos gusta  

E: uhum 

I: <ruido= “chasquido boca”> y <alargamiento/> si no salimos a pasear / vamos a ver a mi madre por la mañana / esa es mi vida el día a día  

E: uhum uhum 

I: si estoy trabajando / pues me levanto a las cuatro y media de la mañana / dejo mi desayuno de mis niños también preparados en la maleta / les preparo su <alargamiento/> <ruido= “tos”> / su tostador / sus cositas.  

 

No vamos a entrar en cuestiones alomórficas, pero es patente la preferencia de los entrevistados por formas como cafelito y solito. Por otro lado, se corrobora la tendencia a establecer una relación entre la niñez y la dimensión afectiva:[19]  

 

  1. E: sí ¿no? ¿y sueles salir de nazareno y eso / o salías antes?

I: hasta los once o doce añitos salía // en una hermandad de aquí de Sevilla // se llama Los Negritos.  

 

  1. E: ¿cuántos años tiene tu <alargamiento/>

I: ¿mi niña? 

E: sí 

I: un año va a cumplir el día veintiuno 

E: sí ¿no?

I: sí

E: muy bien muy bien <simultáneo> me alegro mucho </simultáneo> 

I: <simultáneo> un añito </simultáneo>. 

 

  1. I: me encanta / <ruido= “aspira”> a veces <secuencia inacabada/> me encanta y la he podido <alargamiento/> <ruido= “chasquido boca”> palpar por sitios mmm con Álvaro de pequeñito íbamos por muchísimos sitios / de todo esto último a muchísimos sitios / con Juan he entrado yo en el Alcázar hemos ido a muchísimos sitios / hemos subido a la Giralda / hemos visto la Torre del Oro / o sea hemos paseado por el Arenal / por sitios emblemáticos / por el la el <ruido= “chasquido boca”> / por Triana / por el barrio Santa Cruz / por muchísimos sitios / nosotros lo hemos palpado. 

   

Resulta, por otra parte, reseñable el valor intensificador en algunas situaciones comunicativas, sin llegar a la elatividad. En ese sentido, los ejemplos[20] no distan de los que pueden encontrarse en otras áreas geográficas, como ocurre, por ejemplo, con Madrid. Se trata de la llamada función centralizadora “que sirve para indicar que el ejemplar es un representante más adecuado, más central, del dominio semántico que representa” (Paredes García, 2015, 132): 

 

  1. E: uhum / ya por fin parece que ha llegado el frío aquí a la ciudad / bueno tampoco es que haga mucho frío ¿no? pero <alargamiento/> 

I: verás / por la mañana hace frío ¿eh? 

   E: ¿sí? 

   I: por la mañana / estos días / sí ha hecho frío  

   E: uhum

I: se nota el cuerpo <alargamiento/> sale uno má<alargamiento/>s <silencio/> yo salgo tempranito y se nota el frío. 

 

  1. I: pero tampoco fue una caída gorda gorda / fue altita pero tampoco fue // se me resbaló / se me vino la escalera abajo / se resbaló la escalera. 

 

Antes resaltábamos la práctica ausencia de valores disfemísticos, pues la entrevista semidirigida dificulta empleos de depreciación léxica. No falta, sin embargo, alguna excepción en la que se reconoce el continuo irónico-devaluativo, con la salvedad de que no estamos ante una individualización referencial que, de algún modo, pudiera provocar incomodidad al destinario del mensaje. Se trata de un vocablo, en función sustantiva y adjetiva, utilizado por el informante anterior: 

 

  1. I: sí // Sevilla sí / en el tema discoteca y eso tienes que ir perfecto o tienes que ser <vacilación/> tienes que ser un musculito que te conozca <vacilación/> que te conozca medio discoteca // o una tía / que siempre puedes entrar.

 

  1. I: <simultáneo> bueno </simultáneo> sí / puede / sí porque tenemos una idea de que <vacilación/> de que queremos ser perfectos / de que tenemos que estar más delgados / de que tenemos que estar más guapos / que nos tenemos que pelar así / de que <secuencia cortada/> yo no soy así / yo siempre lo he dicho que yo mi barriguita siempre la voy a tener porque me gusta y que si Dios me ha hecho así será por algo / yo no quiero estar delgado ni estar más guapo ni ahora me voy a poner musculitos ni <alargamiento/> / a mí eso no me va.

 

Ya se ha señalado que las circunstancias comunicativas y el sociolecto elegido para este estudio presuponen, en el ámbito de la no aspectualidad afijal, la actualización del valor meliorativo de los constituyentes diminutivos (en el caso de Sevilla -ito), salvo alguna excepción. No varían otros empleos, como ocurre con el constituyente ponderativo -ísimo. Por otra parte, también era de esperar que no fueran pocos los ejemplos[21] en la oralidad, y en relación con un sector determinado de espectro etario (la primera generación), de anteposición intensiva con super-:  

 

  1. I: los cacharritos sí / están supercaros.

 

  1. I: <simultáneo/> mi jefe </simultáneo> era superbueno.

 

  1. I: y a Londres también me gustaría ir porque // <ruido= “chasquido boca”/> en Londres <alargamiento/> buscas <vacilación/> encuentras trabajo superrápido / yo tengo una amiga que tiene cuatro hijos.

 

  1. I: sí sí / vamos / que las leyes son superdiferentes a las de aquí. 

 

  1. I: mucha <alargamiento/> muchos senegaleses / y son supergraciosos / se llevan todo el día cantando reggae.  

 

  1. I: le encantan / además que son supertorpes supergraciosos bailando <risas= “todos”/> en la Feria yo me <vacilación/> me <vacilación/> me río un montón / porque te ves a los extranjeros intentándote imitar.

 

  1. I: <simultáneo> estaba supermala </simultáneo>. 

 

  1. I: para el invierno el marrón chocolate y el negro porque es superaburrido. 

 

4. A MODO DE CONCLUSIÓN  

 

En este acercamiento a la apreciación lexicogenésica en el sociolecto bajo sevillano podemos comprobar la no actualización de formas antepuestas minorativas ni intensivas (salvo el previsible afijo super-, más extendido en una variedad etaria), ni otros empleos descorteses característicos de contextos formales restringidos, alejados de la oralidad. Es patente, en ese sentido, la iteración del diminutivo -ito (en menor medida -illo) con un valor atenuativo generalmente orientado a la autoprotección del informante; de ahí la tendencia a huir de la asertividad, junto con consideraciones afectivas ante determinadas personas o cosas, aunque no hay que olvidar motivaciones estilísticas idiolectales difícilmente separables. En menor medida, se encuentran empleos ponderativos y devaluativos. Por otra parte, las veces en las que se pretende subrayar la dimensionalidad se recurre a reforzamientos léxicos. En todo caso, aludimos a una aportación subjetiva a la base con la que se combina el morfema facultativo. Las demás matizaciones se ubican en clara dependencia con la realidad discursiva, por lo que hay que tener muy en cuenta que en el ámbito de la no aspectualidad lexicogenésica no podemos hablar de compartimentos estancos, sino de continuidades. 

 

 


 

NOTAS 


[1] Los ejemplos, extraídos del corpus, siguen las convenciones marcativas de transcripción.


[2] Otra cosa es que, desde las limitaciones que implica toda catalogación, sea necesaria una mayor coherencia en el tratamiento lexicográfico de los constituyentes (Iannotti, 2016). 


[3] En ese sentido, se actualizan empleos valorativos de algunos afijos como seudo-, -itis u -oide, sin olvidar -ero u -oso. 


[4] Este proyecto engloba varios grupos de investigación y pretende elaborar un corpus de la lengua hablada representativa de la variación hispánica, teniendo en cuenta las variables sexolectal y etaria, sin olvidar el nivel de instrucción del informante. PASOS-SE se centra en la ciudad de Sevilla y trabaja con encuestas semidirigidas en los diferentes sociolectos, con la finalidad de comprobar las similitudes y diferencias con otras áreas geográficas.

 

[5] Un acercamiento a la realidad discursiva a partir de estos corpus es especialmente rentable en el ámbito glosodidáctico (Castillo Carballo y García Platero, 2006). 

 

[6] Para el análisis de la interdicción a partir de los datos del PRESEEA, conviene remitir a los recientes trabajos de Cestero Mancera (2015) y Jiménez Morales (2016). 

 

[7] El análisis de Manjón-Cabeza (2016), basado en el corpus PRESEEA de Granada, proporciona, al margen de interesantes variaciones fónicas, un resultado cuantitativo diferente, si bien pueden observarse cambios de tendencia.  

 

[8] Los ejemplos pertenecen a informantes distintos: el primero a un hombre de 20 años, el segundo a un hombre de 31 años, el tercero a una mujer de 48 años y el cuarto a una mujer de 49 años. 

 

[9] Se trata de la misma informante del ejemplo anterior. 

 

[10] Se extrae de la entrevista a una informante de 48 años. 

 

[11] Los dos siguientes ejemplos pertenecen a una mujer de 29 años. 

 

[12] Se trata de una mujer de 23 años. 

 

[13] El primer ejemplo pertenece a una mujer de 27 años y el segundo a una de 48. 

 

[14] Extraído de la entrevista realizada a la informante anterior. 

 

[15] El ejemplo pertenece a un hombre de 20 años. 

 

[16] Los dos primeros casos corresponden a un hombre de 23 años y el tercero a un informante de 20.  

 

[17] Pertenecen ambos al informante anterior. 

 

[18] Se trata, en este caso, de una informante de 49 años. 

 

[19] El primer ejemplo pertenece a un hombre de 23 años, el segundo a una mujer de 27 y el tercero a una informante de 49. 

 

[20] Los dos se han extraído de una entrevista a un informante de 20 años. 

 

[21] Los ejemplos pertenecen a una informante de 27 años, salvo el penúltimo (mujer de 28 años) y el último (mujer de 29 años). 

 

 



REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 

 

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AGRADECIMIENTOS 

Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación Patrones sociolingüísticos del español de Sevilla (FF12015-68171-C5-3-P).  

 

 

NOTA SOBRE LOS AUTORES 

Juan Manuel García Platero es profesor Titular de Lengua Española en la Universidad de Sevilla, España. 

María Auxiliadora Castillo Carballo es profesora Titular de Lengua Española en la Universidad de Sevilla, España.