El Guiniguada, 29 (2020), pp. 164-169

Print ISSN: 0213-0610 – eISSN: 2386-3374


Servicio de Publicaciones y Difusión Científica Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

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Servicio de Publicaciones y Difusión Científica (SPDC), Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Parque Científico-Tecnológico, Edificio Polivalente II, C/ Practicante Ignacio Rodríguez, s/n

Campus Universitario de Tafira, 35017 Las Palmas de Gran Canaria, Spain

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El Guiniguada.

(Revista de investigaciones y experiencias en Ciencias de la Educación)

eISSN: 2386-3374

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Recensión crítica/Book Review

Tierra de mujeres

Realidad silenciada de la ruralidad, memoria e identidad

Tierra de mujeres

Muted reality of rurality, memory and identity

Reseñado por/Reviewed by

Denis Vigneron

Université d’Artois / INSPE/ Université de Lille


DOI (en Metadatos y en Sumario Revista) Recibido el 23/10/2019 Aceptado el 04/05/2020


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4.0 Internacional License.

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TÍTULO DE LA PUBLICACIÓN Tierra de mujeres. Una mirada íntima y familiar al mundo rural

AUTORÍA María Sánchez FECHA 2019

LUGAR DE EDICIÓN Barcelona

EDITORIAL, COLECCIÓN, VOLUMEN Editorial Planeta / Seix Barral IDIOMA, PÁGINAS Castellano,

AUTORÍA DE LA RECENSIÓN Denis Vigneron


La impronta de una corriente neorrural en la literatura española actual se va confirmando desde el inicio del siglo XXI, a la par que se cuestionan los principios de nuestras sociedades sometidas a los efectos cada vez más deshumanizadores del capitalismo y de la globalización. De hecho, el debate creciente sobre otros tipos de relación con el medio ambiente, el hábitat urbano, los modelos de alimentación, el sentido mismo que se da a la ecología -que a veces es puro marketing- gana visibilidad y trasciende a la literatura. El ensayo y testimonio Tierra de mujeres de María Sánchez, de 185 páginas, se inscribe en esta línea con el prisma de la reivindicación feminista, o más bien de la rehabilitación social de la mujer campesina, en un mundo tradicionalmente marcado por la dominación masculina. María Sánchez adopta claramente una postura rompedora cuestionando los límites de la visibilidad y de la invisibilidad. De esta última, confirmada por el título de la introducción “Una narrativa invisible”, trata el ensayo. En ésta la autora justifica su deseo -más bien una necesidad vital- de compaginar ruralidad y literatura en la búsqueda de un mismo fin: la supervivencia. Como por un procedimiento de mise en abyme, de invisibilidad de la mujer dentro de la invisibilidad de la literatura rural, María Sánchez bebe del redescubrimiento de la historia familiar para tejer los hilos de una narración a la vez nostálgica y también totalmente enfocada hacia el porvenir. Su nostalgia es una mirada hacia atrás solo para asumir mejor el peso de la herencia y sintonizar con el presente.

Por eso, tras la introducción de doce páginas a través de las cuales justifica su proyecto literario, la autora treintañera, que también es poetisa y veterinaria, compone su ensayo en dos partes. La primera consta de cinco capítulos construidos más bien alrededor de reflexiones sobre el campo, la vida rural, las condiciones de trabajo, la despoblación, las políticas agrícolas, la agroecología y la condición de la mujer campesina. En cuanto a la segunda parte, tiene un contenido personalísimo y se organiza alrededor del recuerdo -siempre asociado a un árbol- de las tres mujeres que tuvieron una influencia sobre la escritora: tatarabuela, abuela y mamá. Esta segunda parte, que también tiene una tónica autobiográfica, brinda al lector unas reflexiones sobre la filiación, el peso del pasado, la aceptación y la reivindicación feminista de una identidad campesina.

En fin, la última parte en forma de epílogo tiene por título “Nota sobre la portada” y aporta una explicación paratextual de la ilustración de la portada: una fotografía de Joaquim Gomis Sardanyons que representa a su hija Odette abrazada a una cabrita durante el exilio francés de la familia en 1939. Símbolo del vínculo inquebrantable entre hombre y naturaleza, esta imagen remite a la historia universal y mitológica del


nacimiento y del lazo carnal que une al hombre con la tierra. Este epílogo corrobora también la importancia que da la escritora a la iconografía al encabezar cada capítulo con una fotografía evocadora de una relación tierna e íntima con el pasado, la familia, los árboles, las herramientas o algún antiguo dibujo científico: todo aquello que solo la literatura puede seguir manteniendo vivo.

En suma, en una época en que la literatura busca nuevos paradigmas vinculados, sin duda, con una interrogación sobre nuestros modelos de sociedad que muchas veces muestran señales de caducidad, la obra -aún joven y corta- de María Sánchez, abre nuevas perspectivas para la narrativa española con tintes ecológicos y feministas, enfocando su atención en diversos puntos de polarización: ciudad vs campo, mujeres vs hombres, sumisión vs emancipación.

En sintonía con varios jóvenes autores a los cuales se refería el suplemento literario “Babelia” del periódico El País en un artículo titulado “La literatura toma tierra” en febrero de 2019, María Sánchez participa de un movimiento literario contemporáneo que cuestiona la representación de la naturaleza, las relaciones entre literatura y medio ambiente, entre hombre, naturaleza y sociedad así como la presencia de la reflexión política o ecológica en la literatura, lo que el crítico belga Pierre Schoentjes califica de ecopoética, inspirándose en el ecocriticism y en el nature writing americanos.

María Sánchez, cuya obra se da a conocer con un primer poemario, Cuaderno de campo, publicado en 2017, y Tierra de mujeres, subtitulado Una mirada íntima y familiar al mundo rural, de fecha 2019, defiende su visión personal de una literatura ecofeminista en que desarrolla una reflexión periférica abordando la cuestión de la representación y del estatuto de la mujer campesina: lo que inscribe su creación literaria en los márgenes de los márgenes.

Toda su obra hasta ahora bebe de las fuentes de una ruralidad vivida, sentida y experimentada lejos de toda idealización. La postura original de la autora radica en el compromiso militante de rescatar la voz de las campesinas sin renunciar a la calidad literaria. Autobiografía, ensayo, novela, poesía y manifiesto se juntan en su obra para rehabilitar desde los márgenes a las mujeres rurales. De hecho, Tierra de mujeres se impone como una novela sincera que redefine los contornos de un realismo contemporáneo reivindicando el papel de la mujer rural. Una serie de preguntas esenciales constituye la osatura del relato. “¿Pero qué ocurre con las mujeres que siguen a la sombra?” (Sánchez, 2019, p. 79) o “¿Y si el problema de la despoblación comenzó por la falta de atención y la constante discriminación hacia todas las mujeres de nuestros pueblos?” (Sánchez, 2019, p. 82) Todas estas preguntas llevan a la autora a definir su concepción de un feminismo integrador de una realidad social muchas veces ocultada. Por eso escribe:


“El silencio es un lujo que no podemos permitirnos” escribió Chimamanda Ngozi Adichie. Y no puedo estar más de acuerdo. Aunque dudemos, aunque nos sintamos inseguras. Aunque sintamos miedo. Tenemos que hablar, alzar la voz, escribir. Y sé que el medio rural y sus mujeres no necesitan una literatura que las rescate, pero sí una que las cuente de verdad. Que sea honesta y sincera, que dé espacio verdadero a sus protagonistas, que no mire por encima del hombro, que no juzgue ni exija, que deje que ellas puedan equivocarse, como hacemos todos, que puedan de una vez contar y escribir su historia. Porque no podemos quedarnos calladas. Porque necesitamos un feminismo que sea de todas y para todas, que supere la brecha geográfica, que se atreva a salir del centro de las grandes ciudades, y que valga para las que tienen voz y pueden alzarla pero sobre todo para las que tienen voz y piensan que no merece la pena que la suya se escuche.

Un feminismo de hermanas y tierra. (Sánchez, 2019, p. 62)


María Sánchez hace la constatación de la invisibilidad de la mujer rural, relegada a un papel sumiso atávico e inmutable de ayudante de la sombra, y dice:


A esa edad, las mujeres de mi casa eran una especie de fantasmas que vagaban por casa, hacían y deshacían. Eran invisibles. Hermanas de un hijo único, como dijo en una ocasión la escritora portuguesa Agustina Bessa-Luís sobre su infancia. Hermanas de hombres fuertes. Mujeres invisibles a la sombra del hermano. A la sombra y al servicio del hermano, del padre, del marido, de los mismos hijos. Y no puede ser más certero y, a la vez, más doloroso. Porque es ésta la historia de nuestro país y de tantos: mujeres que quedaban a la sombra y sin voz, orbitando alrededor de la casa, que callaban y dejaban hacer; fieles, pacientes, buenas madres, limpiando tumbas, aceras y fachadas, llenándose las manos de cal y lejía cada año, sabedoras de remedios, ceremonias y nanas; brujas, maestras, hermanas, hablando bajito entre ellas, convirtiéndose en cobijo y alimento; transformándose, con el paso de los años, en una habitación más que no se hace notar, en una arteria inherente a la casa. (Sánchez, 2019, p. 34)


El proyecto literario de María Sánchez nace, pues, de un deseo de devolver a las mujeres una identidad propia. El término “hermanas de un hijo único” remite a una concepción de la sociedad aún más estrecha en el campo que en la ciudad. En el primero, el valor esencial es el trabajo como papel del hombre. A la mujer le queda solo la función desvalorizada de ayuda familiar. El trabajo es lo que identifica. Ayudar es quedarse en un papel de segundo orden. Es lo que explica cuando dice que:


Al no existir una titularidad compartida de la tierra, las mujeres siguen sin existir, en un medio lleno de consecuencias nefastas para ellas, y para la sociedad en la que vivimos, perpetuando los valores y sistemas patriarcales y facilitando que el medio rural siga siendo completamente masculino. (Sánchez, 2019, p. 74)


De hecho, su feminismo participa de un movimiento no solo de emancipación sino también de reconciliación:


A ellas, a nuestras abuelas, nuestras madres, nuestras tías, las veíamos como algo extraño y familiar a la vez, algo cercano pero que pertenece a otra galaxia, con otro horario y otra atmósfera. Ellas nos hablaban y contaban, pero no las entendíamos, porque, sencillamente, no las escuchábamos. Las pautas que nos habían dado hasta ahora venían prácticamente en su totalidad desde el género masculino. (Sánchez, 2019, pp. 36-37)


La autora reconoce no haberse identificado nunca con las mujeres de la casa. Ella aspiraba a ser uno de los hombres de la misma. Por eso, el texto suena también como una confesión. Dice refiriéndose a los trabajos del campo que prefería a sus muñecas:


Siempre aparecía la primera cuando mi abuelo o mi padre necesitaban ayuda. Quería ser como ellos. Demostrarles que era tan fuerte y estaba tan dispuesta como ellos. Porque si hay algo que nos queda claro es esto. Que los hombres de sangre y tierra nunca lloran, no tienen miedo, no se equivocan nunca. Siempre saben lo que hay que hacer. Siempre. (Sánchez, 2019, pp. 33- 34)


A medida que avanzamos en la lectura del ensayo, vemos cómo María Sánchez va rehabilitando el papel de su madre y reconociendo la deuda que tiene hacia ella. Su feminismo se define, de hecho, por la búsqueda de reconocimiento del valor del trabajo invisible y polivalente de las mujeres. Para ella, esta aspiración ética es y tiene que ser universal, pero en el campo la situación se agrava y por eso pregunta: “¿Cómo apreciar lo que te rodea y asumirlo como propio si de por sí ya naces con una


inferiorización dada, si el propio sistema desprecia tu forma de vida? (Sánchez, 2019,

p. 90) Para María Sánchez ya es hora de reconocer el carácter fundacional del trabajo invisible de las mujeres. Es una cuestión de raíces, y por eso tiene sentido para ella rehabilitar a la vez al campo y a la mujer.

La autora tardó en entender la vida de su madre y de todas las mujeres de su familia. No soportaba este acallamiento permanente debido al inmovilismo de un modelo social establecido. Al llegar a la edad adulta, a la hora también de la introspección y de los primeros balances sobre quiénes somos y qué hacemos con nuestros bagajes personales, la autora reconoce todo el tributo de su madre y escribe:


No quería parecerme a ella, no quería terminar como ella. Mi yo adolescente no entendía cómo mi madre se había convertido en una perfecta ama de casa, a la sombra de mi padre, siempre ahí por y para nosotros. Me enfadaba a menudo con ella. Siempre cocinando, limpiando, sin descansar. Me ponía de los nervios porque pensaba que no tenía ninguna inquietud, que todo se lo debía a mi padre, que no aspiraba a nada. Hoy soy consciente de que es injusto y falso pero necesito escribirlo porque entonces lo pensaba así. Y creo que nos ha pasado a muchas hijas con nuestras madres. Por eso el feminismo ha sido tan importante para todas las mujeres de mi generación. Porque se ha convertido en unas manos decididas y nada temblorosas que nos han quitado sin miedo la venda que teníamos en los ojos y nos han enseñado a mirar más allá, a cambiar el punto de vista, a echar abajo los cimientos y las verdades que teníamos como absolutas. (Sánchez, 2019, pp. 168-169)


El homenaje que rinde a su madre -y más tarde a su abuela y a su tatarabuela- se dirige a todas las mujeres, pero también a todos los hombres que sufren la inferiorización. Al entender esta genealogía de donde proviene, la autora llega a su propia emancipación que pasa también por la memoria y la reapropiación de una cultura común, así como de una historia colectiva. En un poema de Cuaderno de campo, ya escribía:


Soy la tercera generación de hombres que vienen de la tierra y de la sangre. De las manos de mi abuelo atando los cuatro estómagos de un rumiante. De los pies de mi bisabuelo hundiéndose en la espalda de una mula para llegar a la aceituna. De la voz y la cabeza de mi padre repitiendo yo con tu edad yo y tu abuelo yo y los hombres. (Sánchez, 2017, p. 67)


Todo este poema canta la necesidad de encontrar, dentro de esta permanencia, una voz propia que le brinda la literatura a la vez para seguir nombrando lo que deja de existir (Sánchez, 2019, p. 18) -según palabras de George Steiner-, para “que este libro se convierta en una tierra donde poder asentarnos todos y encontrar el idioma común” (Sánchez, 2019, p. 113), para que “sirva este ensayo como un ejercicio de justicia con la memoria y el reconocimiento hacia ellas”. (Sánchez, 2019, p. 128)

Esta emancipación que narra la autora para dejar de ser la hermana de un hijo único no se hubiera hecho tampoco sin valorar una genealogía de mujeres escritoras de la cual se siente heredera. Solo citaremos a una: la americana Susan Fenimore Cooper cuyo Diario rural acaba de ser editado en español con prólogo de María Sánchez en el que homenajea a “tantas mujeres que fueron las primeras en abrir el campo a otras formas de mirar y permanecieron, injustamente, demasiado tiempo silenciadas y apartadas en la sombra.” (Sánchez, 2018)

Para concluir, la autora quiere reafirmar y defender la memoria y la identidad de un mundo rural deudor del trabajo, del silencio y de la marginación de la mujer campesina, dentro de toda una dinámica de una nueva generación de escritores que abogan por un retorno a una ruralidad sin ningún artificio, en contra de los


estereotipos y de la idealización. Por su contemporaneidad con la reivindicación feminista y su rechazo de una visión bucólica del campo, la novela Tierra de mujeres tiene la fuerza de un compromiso intelectual por la memoria y la emancipación de la mujer. A la vez ensayo contra la deculturación que amenaza nuestras sociedades actuales y manifiesto por la rehabilitación de las mujeres -ocultadas en todos los discursos sobre el campo-, su libro renueva la literatura sobre los márgenes y aporta, de hecho, una reflexión universal sobre todos los fenómenos que pueden fracturar la colectividad. Su ecofeminismo poético devuelve a la literatura su valor de compromiso para repensar un feminismo integrador de la historia, de la tradición y del medio ambiente.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS


Sánchez, M. (2017). Cuaderno de campo. Madrid: La Bella Varsovia. Sánchez, M. (2018). “La primera mujer”. El País, 10/11/2018.

Sánchez, M. (2019). Tierra de mujeres. Una mirada íntima y familiar al mundo rural.

Barcelona: Seix Barral/Editorial Planeta.

Schoentjes, P. (2015). Ce qui a lieu. Essai d’écopoétique. Paris: Éditions Wildproject.


Université d’Artois / INSPE/ Université de Lille

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