Campus Universitario de Tafira, 35017 Las Palmas de Gran Canaria, Spain
eISSN: 2386-3374
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Article first published online: 05/05/2016 Article published online with DOI added: pending
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RESUMEN
La lectura de los clásicos sigue siendo necesaria en nuestras aulas. Es tarea del profesorado realizar una buena adaptación y actualizar su lectura a las inquietudes del siglo XXI para que Don Quijote pueda entrar en las aulas.
PALABRAS CLAVE: enseñanza, Quijote, canon literario, aprendizaje dialógico
ABSTRACT
Reading classical texts is still needed in our classrooms. It is the role or function of the teachers make a good adaptation and modernize and actualize reading of Cervantes' hero to the concerns of the 21st Century. So, Don Quixote will be returned to the classrooms.
KEYWORDS: teaching, Don Quixote, literary canon, dialogic learning
A los doce años los niños/as aún no han abandonado, del todo, el hábito de la lectura, y leer supone para ellos adentrarse en mundos de misterio, aventuras o amor. Sin embargo, a los quince años, a la singularidad de la adolescencia se unen otros factores como las redes sociales, internet, la televisión y el cine como alternativas de ocio que terminan por desplazar a los libros. El silencio y la soledad, y en general el ejercicio de introspección, que requiere la lectura es incompatible con una sociedad empeñada en buscar actividades en donde prevalecen la extraversión y la ausencia de reflexión. La influencia del mundo audiovisual y la inmediatez definen los estímulos que, de alguna manera, han seducido a una generación dominada por la era digital, y se elabora un nuevo discurso que precisa ser descodificado, porque “comprender el discurso es comprender esta visión del mundo” (Cassany, 2006: 33).
En el medio audiovisual los adolescentes buscan y encuentran referentes con los que identificarse, experiencias personales en las que reconocerse, y con las que modelar su propia identidad. Una identidad forjada con inquietudes y valores diferentes a los de otros siglos, o tal vez no. Seguramente, las respuestas y los referentes que buscan en el mundo audiovisual ya han sido encontrados y mostrados siglos atrás en los libros.
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La adolescencia es un reto en muchos sentidos y uno de ellos es acercar a los jóvenes a la lectura o evitar que se alejen. La realidad del adolescente de hoy es diferente a la de otras épocas, en donde “la familia se encargaba de su educación, y la escuela de su instrucción” (Pennac, 2009: 234). Hoy es imprescindible la colaboración entre familia y escuela. Además del ambiente familiar, la escuela juega un papel importante en esta responsabilidad. Una responsabilidad que pasa por una apropiada elección de las lecturas, una adecuada animación a la lectura, un cambio de la dinámica de las clases y del discurso tradicional en el aula. Parece necesario salir de un estancamiento que se aleja de las inquietudes de los adolescentes.
En el tercer curso de la Educación Secundaria Obligatoria, es decir con quince años, la programación incluye el estudio de la asignatura de Literatura desde la Edad Media hasta el Neoclasicismo. Se estudian autores y obras que van desde El lazarillo de Tormes hasta Moratín pasando por El Quijote. Quizá tampoco sea adecuada la cronología, porque empezar por la Edad Media disminuye las posibilidades de identificación con una época que les resulta demasiado ajena y diferente a su tiempo, y aumenta cierta predisposición al rechazo. Se podría realizar un paseo literario a la inversa: empezar a pasear desde el siglo XX recorriendo los versos de Ángel González, jugando a los caligramas de las Vanguardias, reflexionando sobre el sentido de la existencia unamuniana, así hasta llegar a cuestionar la locura de don Quijote o a imaginar un videojuego que recree las aventuras y desventuras del Mío Cid. Tal vez, de esta manera, no les costaría tanto entender a los clásicos.
Pero, ¿deben leer a los clásicos? Mucho se ha debatido y se sigue debatiendo sobre la necesidad de revisar el canon literario, una revisión que pasa por la ampliación de las obras y autores que conforman dicho canon, aunque este no es el objetivo de este ensayo.
Trabajar a los clásicos en el aula es una tarea compleja y delicada; compleja si tenemos en cuenta la edad de los alumnos, y delicada porque corremos el riesgo de que terminen aborreciendo la lectura. Junto a nuevos títulos de literatura juvenil, los clásicos siguen teniendo cabida en las aulas. Como explica Hernández Blanco (2014): "Permean nuestra cultura desde tiempo inmemorial [...] fuente inagotable de calidad, conocimiento y, sobre todo, humanidad". Si hay algo que caracteriza a los clásicos es su vigencia, y se ofrecen como una oportunidad de ejercicio de actualización que testimonia su carácter atemporal. Quizá, el problema esté en la palabra estudian, porque, en muchas ocasiones, la literatura se sigue impartiendo como una materia de contenido memorístico. Durante la adolescencia, la literatura debería concebirse como una materia para leer y no para estudiar, una materia que consiga emocionar y despertar en el alumnado la sensibilidad y el gusto por el arte. Habría que airear las aulas y dejar que entraran los clásicos con un nuevo ropaje, con el del siglo XXI. En vez de ir a los clásicos, deberíamos dejar que sean los clásicos quienes entren en la vida de los alumnos/as, dejar que don Quijote entre en el aula.
El primer obstáculo que presenta la lectura de El Quijote es su lengua. Como profesores debemos eliminar esa barrera y desgranar su lectura con palabras que puedan entender.
Traduzcamos los fragmentos que vamos a leer con ellos. El mejor ejemplo es el primer párrafo de la novela. Podemos traducir la presentación que Cervantes hace de su personaje: don Quijote lleva un escudo, le acompaña Rocinante que era antes un rocín, un caballo de trabajo, vestía una camisa suelta con un paño negro por encima, una especie de medias negras con mucho pelo a modo de pantalón, algo parecido a unas babuchas de estar por casa como zapatos, tenía unos cincuenta años, era de complexión fuerte, aunque delgado, le gustaba madrugar y en su tiempo libre le encantaba leer libros de caballerías…
Para acercarles a don Quijote debemos conseguir que se hagan una representación real del personaje y que comprueben que su presentación no difiere mucho de la que los alumnos/as pueden hacer de sí mismos: “En un lugar de Gran Canaria…”. Ahora les toca a ellos/as hacer una descripción de su físico, de su forma de vestir, de sus gustos… hasta convertirse en protagonistas de su propia historia.
Luego habría que explicarles el argumento. Pues, básicamente, se trata de una persona que de tanto leer libros de caballería, que era lo único que se escribía en esa época (como cuando hace unos años solo se escribían libros de vampiros), termina trastornado y se cree que él es un caballero más, una especie de superhéroe. Parece que Cervantes se burla de los caballeros como ahora nos podemos burlar de los superhéroes, de Superman o de Spiderman. Es como si una persona, de tanto jugar a los videojuegos, se cree que es Lara Croft. El caso es que decide emprender un viaje por toda la Península para defender a los débiles, a los acosados y para luchar contra las injusticias. Sí, se convierte en lo que coloquialmente hoy se conoce como un friki. Bueno, en verdad, esa es la impresión que la gente tiene de él, aunque hay episodios como el de los molinos y los gigantes que hacen dudar de su cordura. Sin embargo, en muchas ocasiones, sus discursos y sus razonamientos son de una coherencia y una lógica pasmosas. Como es el caso del discurso sobre las armas y las letras o sobre la Edad de Oro, ¿cualquier tiempo pasado fue mejor? Si echas la vista atrás ¿crees que tu vida era mejor antes que ahora?
¿Por qué?
¿Qué pretendía Cervantes: burlarse de los caballeros de la época, de los que pretendían imitarles o de los que se reían de ellos? Hay muchas perspectivas desde las que se pueden abordar las diferentes respuestas según los lectores.
También, podríamos pensar que es como si dudásemos o nos burlásemos de todas aquellas personas que, a lo largo de la historia, han intentado hacer del mundo un lugar más agradable. La gente las suele tildar de ilusas, de locas o de frikis. A veces cuesta creer que las cosas se puedan cambiar. Igual que don Quijote, podríamos pensar que Martin Luther King fue un loco al pensar que podía erradicar la desigualdad entre negros y blancos, y también lo es el programador Richard Stallman por defender la creación del software libre. ¿Están locos estos personajes?
Don Quijote entra en las aulas para hacernos reflexionar sobre nuestro mundo. Si tuvieras poder para cambiar nuestra sociedad, ¿qué mejorarías? En una sociedad tan pragmática como la nuestra ¿tiene sentido la existencia de un personaje tan altruista?
¿Lucharía don Quijote en nuestra época por evitar los desahucios o por conseguir la igualdad de derechos entre hombres y mujeres?
En la escuela del siglo XXI la lectura del Quijote no precisa de un estudio filológico ni academicista, para eso están los estudios universitarios. Necesita que le sacudamos el polvo, le pongamos unos pantalones vaqueros, incluso que cambiemos el papel por formato electrónico, cambiar la forma, pero también, actualizar el contenido y adaptarlo a nuestra sociedad. Además, su lectura ofrece la oportunidad de trabajarla desde una doble vertiente enriquecedora: empieza con el análisis del yo, la búsqueda de la identidad y el plano personal, y trasciende al nosotros, al papel que jugamos o queremos jugar en la sociedad desde un punto de vista crítico. Y esta reflexión, esta actitud crítica puede evitar ser manipulados, lo menos posible, por un sistema que busca la uniformidad y la ausencia de concienciación.
Quizá comprueben que hay más coincidencias que diferencias entre las personas del siglo XVII y nosotros. Quizá se den cuenta de que no hemos cambiado tanto, de que la esencia y las preocupaciones del ser humano siguen siendo las mismas. Y que además, existe, aún, infinidad de causas perdidas y de injusticias que erradicar y, sin darnos cuenta, hoy, más que nunca, necesitamos quijotes que devuelvan la ilusión y la cordura a este mundo del revés.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Cassany, D. (2006). Tras las líneas. Sobre la lectura contemporánea. Barcelona: Anagrama.
Hernández, P. (2014). ¿Por qué leer a los clásicos? en El Diario.es, disponible en http://www.jotdown.es/2014/09/por-que-leer-los-clasicos/ [Consultado el 07 de septiembre de 2015].
Pennac, D. (2009). Mal de escuela. Barcelona: Debolsillo.