El Guiniguada. Revista de investigaciones y experiencias en Ciencias de la Educación 25 (2016), pp. 06-10
Print ISSN: 0213-0610 – eISSN: 2386-3374
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Los niños la manosean, los mozos la leen, los hombres la entienden y los viejos la celebran…
(Miguel de Cervantes)
Como ya adelantábamos en las palabras liminares del volumen 24, también el número presente (25, 2016) de El Guiniguada. Revista de investigaciones y experiencias en Ciencias de la Educación homenajea, en su sección 1 o monográfica, al natural de Alcalá de Henares. Y lo hace reivindicando especialmente las fortalezas pedagógicas del relato cervantino por antonomasia, eso sí, cuatrocientos años después.
Si en el anterior número recordábamos cómo el Quijote entró poco a poco, por imposición, a formar parte de la lectura escolar diaria, con estas líneas introductorias de ahora queremos reflexionar brevemente sobre la aceptación del relato en el aula actual: sobre sus beneficios y oportunidades.
En estas consideraciones, no solo nos ha guiado el plantearnos el necesario lugar de los textos clásicos en el aprendizaje literario de adolescentes y jóvenes, o lo que es lo mismo, la sempiterna búsqueda del diálogo lector con los textos de antaño. Nos ha movido, primeramente, la certeza -coincidiendo con Calvino (1992: 16)- , de que “ningún libro que hable de otro libro dice más que el libro en cuestión”. Pero es que, además, y en segundo lugar-, el Quijote es “un libro escrito desde, por y para la lectura” (Rodríguez, 2003: 9). Su oportunidad pedagógica radica en que es, además, la historia de múltiples lectores: desde las tempranas referencias a la locura libresca de Alonso Quijano, “un lector que apuesta por lo que le parece un beneficio seguro e inmediato” (Parrilla, 2005: 331) hasta las diferentes motivaciones lectoras que conocemos a través de las opiniones de personajes de toda clase y condición (acomodados y villanos, religiosos y laicos), que habitan en las dos partes del relato cervantino.
La obra se nos ofrece así como un diálogo permanente con el acto de leer: desde dentro, por esas múltiples interpelaciones y referencias lectoras con que Cervantes salpica su obra; y desde fuera, por esa amalgama de imaginación y realidad que da sentido muchas veces a la lectura misma, y de la que ningún lector del Quijote puede sustraerse:
El lector corriente, que sigue buscando en las obras que lee algo con lo que dar sentido a su vida, tiene razón cuando se enfrenta a los profesores, críticos y escritores que le dicen que la literatura sólo habla de sí misma, o que sólo enseña la desesperación. […]
La realidad que la literatura aspira a entender es sencillamente (aunque al mismo tiempo
nada hay más complejo), la experiencia humana. Por eso podemos decir que Dante o
Cervantes nos enseñan sobre la condición humana al menos tanto como los más grandes sociólogos y psicólogos… (Todorov, 2009: 84).
Tan poderosas nos resultan estas palabras de Tzvetan Todorov reivindicando la verdad de la literatura como las afirmaciones de Monterroso defendiendo el innegable poder de la imaginación: “es más fácil hacer triunfar a alguien en tres minutos de buenos deseos que en quinientos años de realidad” (2003: 136).
Alonso Quijano puede triunfar en los corazones de los jóvenes lectores de hoy pues es, justamente como ellos, mitad verdad y mitad deseos. Las páginas del Quijote podrían convertirse así en un provechoso espacio de acompañamiento para esos escolares que se debaten entre la introversión y la búsqueda de un ideal; el enjuto de rostro conseguiría de este modo ser para ellos un excelente modelo de tesón y de tolerancia pues escenifica como pocos la utopía de querer vivir en un mundo mejor. El hidalgo y sus compañeros de viaje, ellas y ellos, ilustran a los jóvenes de hoy en la voluntad de reafirmarse en la identidad personal; especialmente pueden educarlos en el valor de la amistad y, al mismo tiempo, ayudarlos a reconocer los propios yerros y a dosificar las propias batallas.
Con Turismo didáctico: Barcelona y El Quijote, José Antonio Jódar reivindica la lectura, preferentemente acompañada y adaptada, del Quijote, especialmente de aquellos capítulos que ilustran la estancia del hidalgo en tierras catalanas.
Su propuesta se dirige al alumnado de español como lengua extranjera; apela fundamentalmente a las fortalezas culturales de un itinerario formativo que cifra su éxito y oportunidades de aprendizaje en la lectura primero y en la visita a la ciudad condal, después. Su planteamiento promueve el aprendizaje desde un enfoque interdisciplinar y especialmente afectivo que –sin llegar al lector activo o lector-escritor de Cortázar-, sí indaga en la lectura como un acto iniciático (Calvino, 1992: 17) “Tu clásico es aquel que no puede serte indiferente y que te sirve para definirte a ti mismo en relación y quizás en contraste con él”, en analogía también, nos parece, con el proceso de aprendizaje (Bildungsroman) y sufrimiento que el hidalgo experimenta de La Mancha a Barcelona, según señala el investigador.
Don Quijote en las aulas del siglo XXI, de la profesora Blanca Hernández transita igualmente por las oportunidades que una lectura del Quijote, acomodada al contexto actual, puede significar para el aula del siglo XXI.
Ilustra la investigadora con ejemplos sencillos de una posible actualización del personaje y, en definitiva, del relato en sí, de cara a una mejor aceptación entre el alumnado escolar de quince años.
En definitiva, lo que la autora propone es, “que le sacudamos el polvo”, que actualicemos el mensaje personal y social del relato cervantino y que, en ese proceso también de animación y motivación lectora, involucremos a otros agentes educativos. Se decanta sin duda la investigadora por un enfoque muy pragmático de la enseñanza de la literatura que centra particularmente su atención en la figura del lector: en este caso, del quinceañero que precisa identificarse con referentes y escenarios más reconocibles.
Advertimos además en su planteamiento interesantes ecos del aprendizaje dialógico de Paulo Freire (1972).
En su conjunto, y en línea similar al volumen precedente, las reflexiones de este monográfico insisten en la necesidad de aclimatar las páginas cervantinas al receptor actual y sus circunstancias. Y decimos bien, receptor que no lector, pues las reflexiones aquí mostradas evidencian su deuda con el enfoque pragmático en el que texto literario y contexto literario estrechan fuertemente sus lazos (Dijk, 1980) y con la propia estética de la recepción (Jauss, 1992) que mima especialmente las singularidades y experiencias de quien lee en cada momento.
Queda bien patente la fortaleza pedagógica del Quijote: las reflexiones seleccionadas en los volúmenes 24 y 25 de este anuario que ahora tiene entre sus manos, lector carísimo, pretenden subrayar la propia inmortalidad de Alonso Quijano. De su vitalidad, además, dan evidencia, por indicar solo unos cuantos ejemplos, la noticia del proyecto de una nueva traducción del Quijote, esta vez al romaní1, la interesante versión, en versículos, que la editorial Reino de Cordelia2 lanzó al mercado y hasta el anuncio del proyecto Quijote universal. SigloXXI3 que verá previsiblemente la luz, a finales del año en curso. Ya lo decía, magistralmente, Menéndez Pelayo más de un siglo atrás4; concluyamos aquí con sus palabras:
…el libro entero es una pedagogía en acción, la más sorprendente y original de las pedagogías, la conquista del ideal por un loco y por un rústico, la locura aleccionando y corrigiendo a la prudencia mundana, el sentido común ennoblecido por su contacto con el ascua viva y sagrada de lo ideal. Hasta las bestias que estos personajes montan participan de la inmortalidad de sus amos. La tierra que ellos hollaron quedó consagrada para siempre en la geografía poética del mundo… (citado en Pérez, F., 2005: 474).
Junto a ella, una de las últimas traducciones más llamativas (concretamente de la segunda parte) fue la vertida al quechua (en 2015) por Demetrio Tupac Yupanqui, profesor de esta lengua nativa, la más extendida del continente americano. Suman así 146 las lenguas que nos permiten disfrutar, en traducciones totales o parciales, del Quijote.
Bajo el título Don Quijote de la Mancha, los filólogos y escritores Pollux Hernúñez y Emilio Pascual
(junto al ilustrador Miguel Ángel Martín), presentaron, a finales de 2015, este novedoso Quijote en dos volúmenes y 13.666 versículos.
Con esta denominación se pretende ofrecer un homenaje a las traducciones de la obra. Este proyecto,
apoyado por la Asociación de Cervantistas (José Manuel Lucía) e impulsado por Francisco Sánchez (asociación La Otra Andalucía) cuenta además con la colaboración de la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid y Antonio Machado Libros. Se propone ofrecer cada capítulo en una modalidad lingüística diferente. [Consultado el 30 abril de 2016 en http://www.diariosigloxxi.com/texto- ep/mostrar/20160212175957/arranca-en-sevilla-el-proyecto-cultural-el-quijote-universal-xxi-que-dara-cabida-a-150-lenguas].
4 Concretamente en su discurso Cultura literaria de Miguel de Cervantes y elaboración de “Quijote”,
ofrecido el 08 de mayo de 1905, en el Paraninfo de la Universidad Central.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Calvino, Í. (1992). Por qué leer los clásicos. Barcelona: Tusquets.
Dijk, T.A. (1980). Texto y contexto. Semántica y pragmática del discurso. Madrid: Cátedra.
Freire, P. (1972). Pedagogía del oprimido. Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina.
Jauss, H.R. (1992). Experiencia estética y hermenéutica literaria. Madrid: Taurus. Monterroso, A. (2003). Literatura y vida. Madrid: Alfaguara.
Parrilla, C. (2005). Libros de caballerías en el Quijote. Lectura y lectores: ¿el texto espejo? Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo. Cervantes y El Quijote, (BBMP LXXXI)329-362.
Pérez, F. (2005). Menéndez Pelayo y la cultura literaria de Cervantes. Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo. Cervantes y El Quijote (BBMP LXXXI)427-474.
Rodríguez, J.C. (2003). El escritor que compró su propio libro. Para leer el Quijote.
Barcelona: Debate.
Todorov, T. (2009). La literatura en peligro. Barcelona: Círculo de Lectores, SA.