El Guiniguada. Revista de investigaciones y experiencias en Ciencias de la Educación, 26 (2017), pp. 18-25
Print ISSN: 0213-0610 – eISSN: 2386-3374
Servicio de Publicaciones y Difusión Científica Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Campus Universitario de Tafira, 35017 Las Palmas de Gran Canaria, Spain
eISSN: 2386-3374
Johann Heinrich Pestalozzi (1746-1827): literary and epistolary biography
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Article first published online: 30/05/2017 DOI added later in “metadatos”
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El Guiniguada. Revista de investigaciones y experiencias en Ciencias de la Educación, 26 (2017), pp. 18-25
Print ISSN: 0213-0610 – eISSN: 2386-3374
Servicio de Publicaciones y Difusión Científica Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Johann Heinrich Pestalozzi (1746-1827):
literary and epistolary biography
antonio.almeida@ulpgc.es Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
RESUMEN
Pestalozzi es considerado por la mayoría de los tratadistas como el padre de la pedagogía popular moderna, preferentemente por su acción social al servicio de la infancia. Los principios teóricos de Rousseau adquieren una concepción más clara y más precisa, orientándose en una dimensión educativa real y práctica con una orientación moderna, resultado de una pedagogía entresacada de la observación diaria. Por este motivo, es un claro ejemplo de la importancia del contexto en lo pedagógico y uno de los autores clásicos de la educación física.
PALABRAS CLAVE: Pedagogía, biografía, cartas, educación física ABSTRACT
Pestalozzi is considered as the father of modern popular education, preferably by its social action in the service of children. The theoretical principles of Rousseau acquire a clearer and more accurate conception, on a real and practical educational dimension with a modern orientation, pedagogy result of daily observation. For this reason, he is considered a clear example of the importance of context in teaching and one of the classic authors of physical education.
KEYWORDS: Pedagogy, biography, letters, physical education
Nacido en Zurich (Suiza), sus primeros años de vida estuvieron marcados por el prematuro fallecimiento del padre, cuando contaba apenas con cinco o seis años. Esta circunstancia, sin duda, nos ayuda a entender la relevancia que tiene en su pedagogía la familia, y especialmente el amor maternal como modelo de la moral que quiere desarrollar en las experiencias educativas que establece a lo lardo de su vida. Estudió primaria en una escuela pública, secundaria en la escuela de latín y finalmente continuó sus estudios de Humanidades en el Collegium humanitatis, donde no concluyó sus estudios de teología y jurisprudencia.
Pestalozzi comienza su primera experiencia pedagógica con unos resultados frustrantes, en una granja cercana al cantón de Argovia, a la que llamaría Neuhof (Granja Nueva), e inauguraría alrededor de 1775. Allí se establece para enseñar a los niños pobres y huérfanos, en un período histórico marcado por una crisis económica y política en toda Europa. El objetivo en este proyecto, al igual que el que sostiene en otros muchos, fue la búsqueda de un nuevo orden social. Por este motivo, la formación iba dirigida a proporcionar las destrezas necesarias a los niños para trabajar en el hilado y el tejido de algodón, y con los resultados de su trabajo autónomo, poder costear su formación. De esta manera, se educaba al hombre para el trabajo, para cubrir sus necesidades en un mundo que ya empezaba a notar las plagas sociales del proceso de industrialización. Tras varias dificultades, entre ellas las económicas, clausura la escuela en 1780. Años después, ya en las postrimerías de su vida, el texto Canto del cisne (1826) hace balance de sus experiencias y reconoce, en esta etapa pedagógica, “el error de haber introducido a la infancia en el trabajo productivo, acelerando de esta forma el proceso de aprendizaje” (Abbagnano y Visalberghi, 1978, p. 466).
Después de la experiencia de Neuhof, le seguirán unos años de inactividad docente pero de entusiasmo literario. En 1780 escribe Las veladas de un solitario bajo el influjo de las ideas ilustradas y con honda inspiración en Rousseau. En esta obra plantea que el problema de la educación es el del desarrollo de las fuerzas interiores de la naturaleza humana. Sin embargo, en este período escribirá una de sus obras más importantes, Leonardo y Gertrudis, un libro para el pueblo (1781), una novela social con intención educativa. Así, los personajes de la ficción simbolizarán algunos de los temas preferidos en la pedagogía pestalozziana: Gertrudis (la familia), Glüphi (la escuela), Ernst (la religión), Hummel (la tiranía), etc. Este texto tendrá su continuación en Cristóbal y Elsa (1783), donde profundiza en la tiranía del poder político y sus consecuencias en la desestructuración del pueblo. A estas seguirían otros escritos y ensayos filosóficos, como Mis reflexiones acerca del curso de la Naturaleza en la evolución del género humano (1797), donde al estado natural y al estado social del ser humano que planteaba Rousseau, el pedagogo suizo añade el estado moral. En este trabajo, podemos decir que Pestalozzi integra su pensamiento teniendo como base a Rousseau y Kant, estableciendo un nexo entre el naturalismo de uno y el moralismo de otro. Este período supone, además, lo que para algunos autores se considera como de cambio en el universo intelectual del autor, para ya definirse, tras el fracaso de la primera experiencia pedagógica en Neuhof, como un auténtico educador (Söetard, 1999).
La segunda etapa de su experiencia pedagógica ocurre cuando solicita ser enviado a Stans, después de que la ciudad fuera incendiada por los franceses (1798), para cuidar
a los niños huérfanos de la guerra. Su labor asistencial alcanza una significación intensa, tal y como el mismo Pestalozzi manifiesta:
Toda asistencia, todo lo que se hace en beneficio de ellos y para satisfacción de sus necesidades, toda la enseñanza que reciben, todo viene directamente de mí: mi mano está siempre sobre sus cabezas, mis ojos están siempre fijos en los suyos. Mis lágrimas brotan con sus lágrimas y mis sonrisas acompañan las suyas. Su alimento fue el mío y su bebida la mía. No tengo nada, ni ama de llaves, ni amigos, ni sirvientes; estoy solo. Duermo entre ellos, soy el último en ir al lecho por la noche y el primero en levantarme por la mañana. Oro con ellos y hablo con ellos desde la cama antes de dormir (Gutiérrez y Pernil, 2004, p. 257).
En este corto período de enseñanza, ya que pronto el edificio del orfanato se convertiría en un hospital de guerra, se produce la gestación de su teoría educativa de la intuición. Precisamente en Burgdorf (1799) creó un colegio y una escuela para la formación de maestros en su método; se trata quizás de la etapa más fecunda, pues se divulgaron sus escritos y empezó a percibir el éxito de su obra. En estos años define los principios fundamentales de la metodología, que aparecerán recogidos en algunas de sus obras como El método de Pestalozzi (1800), El libro de las madres (1803), El ABC de la intuición (1803), y quizá la más completa y difundida, Cómo Gertrudis enseña a sus hijos (1801). En ella expresa a su amigo Gessner, a través de catorce cartas, su intención de encontrar un método por el que se llegue fácilmente al pueblo para redimirlo de la miseria y la desigualdad. Distingue entre la intuición y el arte de la intuición, y termina opinando sobre la educación de los sentimientos morales y religiosos. Por otra parte, en Gertrudis, se interesa por una práctica en la que reflexionará en otros escritos y que la ha llevado a ser considerado como uno de los autores clásicos de la educación física. De hecho, uno de sus principios educativos se centra en la educación integral del ser humano, buscando la armonía entre el espíritu y la razón, entre la cabeza y el corazón. Así, en la carta XII dirigida a Gessner escribe sobre la necesidad de la destreza física a través del trabajo corporal como base para la capacitación de las habilidades en cualquier ámbito profesional. En su disertación, reflexiona sobre su práctica docente, centrada en las cartas anteriores en la enseñanza de la infancia en los conocimientos, y reconoce la deuda del olvido en las mismas, a la preparación práctica: “los conocimientos sin prácticas constituyen quizá el ofrecimiento más horrible que un genio adverso ha hecho a nuestra época.” (Pestalozzi, 1932, p. 235). Parte de la responsabilidad del Estado como difusor de la educación en las prácticas físicas y desde ahí, plantea una estructura lógica y progresiva para la enseñanza, de lo más simple (golpear, llevar, volver, girar, arrojar…) a lo más complejo, lo que él llama el ABC del arte, es decir:
Reglas técnicas generales, con cuya observancia podían ser ejercitados los niños en una serie de ejercicios que, avanzando sucesivamente de la práctica más extremadamente sencilla a la más complicada, tendrían que contribuir, con seguridad física, a proporcionarles una facilidad siempre creciente en todas las prácticas cuya educación necesitan esencialmente. (Pestalozzi, 1932, p. 239).
Desde la praxis, el ser humano es capaz de desarrollar sus capacidades y aptitudes, lo que podrá aplicar posteriormente en las diferentes circunstancias en las que se verá envuelto a lo lardo de su vida. Así, el autor nos ofrece una visión amplia de la
educación, cuyo fin no es el perfeccionamiento de las competencias escolares, ni la adquisición de hábitos de obediencia, sino una preparación para la vida.
La última etapa de la ingente actuación pedagógica de Pestalozzi está en Iverdon (1805), en cuyo castillo estableció un instituto de educación, y donde desarrolló una actividad prodigiosa, ensayando también la preparación del magisterio. Funcionaba en régimen de internado en un ambiente familiar, aplicándose los principios pestalozzianos. Su método adquiere prestigio en Europa y la institución es visitada por alumnos de distintos países, atraídos por el espíritu renovador de la educación que allí se practicaba. Entre estos hay que señalar a Fröbel, Girad, Jullien, Greaves, Bell, etc. y recibió la aceptación del propio Herbart, que en 1799 ya lo había visitado en Burgdorf. En este período, vuelve a retomar el tema de la educación corporal con un pequeño texto: Sobre la educación física como introducción a una propuesta de gimnasia elemental, en una serie de ejercicios corporales (1807). Si en la carta XII dirigida a su amigo Gessner unos años antes terminaba diciendo, sobre las prácticas físicas, que no era “posible entrar en los pormenores de esta solución; lo dejo para otra vez” (Pestalozzi, 1932, p. 244), después de dos años de experiencia en Yverdon, es el momento en que el pedagogo estudia esta cuestión con mayor profundidad. Sus reflexiones previas y el conocimiento profundo de las obras de Rousseau, orientan las principales ideas en torno a la educación física. No es de extrañar, por este motivo, que parta de las disposiciones naturales del ser humano y de la educación de los sentidos como base para su propuesta educativa. La educación integral del sujeto (cuerpo y mente), como fin último de la pedagogía, tiene su primera fase de desarrollo en el entorno familiar. Al terminar esta fase, el niño habrá adquirido cierta autonomía, y esta autonomía se manifiesta de una manera natural en tres formas: una forma moral, con la independencia del corazón; una forma espiritual, con relación al pensamiento y una forma física, con la independencia corporal, centrada en la necesidad de desarrollar las capacidades motrices.
Una de las líneas que establece es la relación de la educación física con los beneficios que supondría para la salud de la población, y su preocupación por las escasas atenciones que le otorga la educación popular:
Sabido es que la educación física da salud, conserva la vida, proporciona medios para distinguirse fomenta pretensiones, otorga posición, confiere nivel social, engendra valentía y es prevención de muchas enfermedades. (…) Sin ella es impensable toda dignidad en el estado y conservación del cuerpo humano, y viene a faltar la dignidad visible del cuerpo (Pestalozzi, 2001, p. 136).
De ahí que una de las prioridades que indica el autor es llevar la educación física a las clases sociales más desfavorecidas, cuya existencia deambula entre el raquitismo físico, mental y moral. Si en la primera fase de la educación gimnástica natural, el ambiente familiar es esencial para la futura autonomía de la infancia, la escuela como agente educativo debe dar respuesta a una segunda fase en la formación. Sin embargo, el autor se encuentra con una institución educativa que poco tiene que ver con el principio de actividad que defiende para la buena implantación de la educación corporal. Frente a las características propias de la escuela tradicional del Antiguo Régimen, Pestalozzi se nos presenta como un claro antecesor de la escuela nueva en referencia a la educación física:
¿Son nuestras escuelas un medio para educar la capacidad física del pueblo y de formar su competencia física, igual que debería ser un medio de educar su capacidad intelectual y afectiva? (…) El permanecer sentado en un banco de escuela constituye un bien conocido, apropiado y artificioso ejercicio de autodominio para mantener en una situación poco natural de inactividad las capacidades de la naturaleza humana en la época mejor y más bella de su formación, y frenar su desarrollo.” (Pestalozzi, 2001, p. 141).
La educación física también tiene un objetivo práctico en la pedagogía pestalozziana. Partiendo de los ejercicios físicos intrínsecos al ser humano, que el autor denomina gimnasia natural y espontánea, se une una educación física planificada y sistemática, orientada por el educador. Ésta es la que denomina gimnasia elemental. La formación del cuerpo tendrá sentido en cuanto más respuesta ofrezca a las necesidades y exigencias de la vida diaria:
No es el saltar, el nadar o el hacer astillas y demás lo que la naturaleza busca conseguir con fuerza especial, sino lo que más bien pretende es llegar a que el niño pueda utilizar, de un modo general y con seguridad y potencia, su mano y su pie. En su influjo la naturaleza pone el saltar mucho después del andar, y el danzar mucho más tarde que el saltar; el esgrimir mucho después que el aserrar, del pulir y del cepillar, y el montar a caballo mucho después del segar, del trillar y del moler. (Pestalozzi, 2001, pp. 146-147)
En los años posteriores a este texto, nuevas dificultades aparecen en Yverdon, a las que por otro lado, el autor estaba ya acostumbrado a lo largo de su trayectoria vital. El gobierno sentía recelos del espíritu que envolvía a la institución, y surgen al mismo tiempo diferencias entre los maestros más destacados con los que contaba Pestalozzi, algunos de los cuales abandonan el centro. Estas y otras cuestiones, llevarán al cierre de la escuela veinte años después de la apertura. Aún en esa situación convulsa, tendría tiempo de realizar otro texto epistolar, Cartas sobre educación infantil, escrito entre 1818-1819, y publicado en Londres el año de su muerte. En treinta y cuatro cartas dirigidas a su amigo James P. Greaves, británico que había visitado Yverdon entre 1817-1822, redacta de manera sistemática y ordenada las principales orientaciones de la educación, así como la fundamentación de las soluciones propuestas. El objetivo era dar a conocer su sistema en Inglaterra, de ahí que sea un texto directo, esquemático y metódico de su pensamiento pedagógico. En la carta XXII, titulada La educación física por la gimnasia, vuelve a referenciar la educación motriz. En esta etapa de madurez, el autor da buena cuenta de su experiencia en este ámbito, no sólo por llevarlo a la práctica en sus institutos, sino por la observación que él mismo hizo de algunos métodos que se estaban impartiendo en aquellos años por Europa. El caso de Alemania, bajo la tradición de autores encuadrados en el denominado filantropismo alemán, entre ellos Guths Muths (1778-1839) y Basedow (1723-1790); y el de Suiza, con Clías (1782-1854) y sobre todo Ling (1776-1839). Precisamente en las visitas a las escuelas de estos países, es donde manifiesta los resultados de los adelantos que la gimnasia estaba dando en aquellos años:
la gimnasia, bien conducida, contribuye esencialmente no sólo a hacer a los niños cariñosos y saludables, que son dos puntos muy importantes para la educación moral, sino también a promover entre ellos un cierto espíritu de unión y un sentimiento fraternal que es muy satisfactorio para el observador: los hábitos de destreza, lealtad y franqueza de carácter, valor personal y virilidad para sufrir el dolor, figuran también
entre las consecuencias naturales y constantes de una práctica primitiva y continua de los ejercicios del sistema de gimnasia (Pestalozzi, 2012, p. 30).
Otra práctica muy vinculada a la educación física que pone en práctica esos años, es el excursionismo. Pompée señalaba que realizaba frecuentes excursiones en Iverdon: “dos veces en semana, el miércoles y el domingo, llevaba Pestalozzi, o hacía llevar, a sus alumnos de paseo; estos ejercicios se trocaban algunas veces en pequeños viajes, en los que el cuerpo no era solo el que sacaba partido, pues todo lo que se veía, todo lo que se encontraba, daba lugar a interesantes enseñanzas (…)” (Otero, 1998, p. 212). Tras el cierre de Yverdon, regresaría a Neuhof, donde publicó el Canto del cisne (1826), simbólico título donde recoge, con la experiencia y tranquilidad de los años, la historia de su biografía pedagógica. Un año después (1827) fallecería en Brugg, ciudad suiza del cantón de Argovia.
En referencia a los aspectos de la educación física, además de las características de las prácticas motrices que hemos analizado, Pestalozzi incorpora otras formas de practicar la gimnasia. La primera la denomina natural e instintiva, que consistía en dejar hacer naturalmente (el niño, dejado libremente, ejercitará los movimientos que le son útiles). La segunda, razonada y sistemática, y que constituye la misión del educador. Tiene por objetivo proporcionar al niño conciencia de su propio cuerpo: el fin supremo de esta gimnasia es llevar al niño, mediante el cuerpo, a una unidad perfecta en comunidad con su espíritu y su corazón. La tercera la llama gimnasia industrial, especializada para preparar a los niños para su trabajo en las fábricas, ejercitándolos con trabajos manuales e instrumentales. Y por último la militar, en respuesta a ciertas tendencias de su época, como los batallones escolares.
Pestalozzi justificó siempre la necesidad e importancia de la educación, especialmente al servicio de la educación del pueblo, porque consideraba la educación desde el punto de vista social, y como el mejor instrumento para la reforma social. Es el primer pedagogo que concibió la educación como el mecanismo para transformar las condiciones de vida de los menos favorecidos.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Abbagnano, N. y Visalberghi, A. (1978). Historia de la Pedagogía. Madrid: Fondo de Cultura Económica.
Gutiérrez, A. y Pernil, P. (2004). Historia de la infancia. Itinerarios educativos.
Madrid: UNED.
Otero, E. (1998). Excursionismo, lecciones de cosas y trabajos manuales: algunos influjos de Pestalozzi en la Institución Libre en Enseñanza. En Ruiz, J., Martínez, A., García, J. y Rabazas, T. (eds.): La recepción de la pedagogía pestalozziana en las sociedades latinas (pp. 211-219). Madrid: Endymion.
Pestalozzi, J. (1932). Cómo enseña Gertrudis a sus hijos. Madrid: Espasa-Calpe. Pestalozzi, J. (2001). La velada de un solitario y otros escritos. Barcelona: Herder.
Pestalozzi, J. (2012). Cartas sobre educación infantil. Disponible en: http://peuma.e.p.f.unblog.fr/files/2012/06/Pestalozzi-Johann-Cartas-Sobre-Educacion- Infantil1.pdf
Soëtard, M. (1999). Johan Heinrich Pestalozzi (1746-1827). París: Unesco.
Disponible en: http://www.ibe.unesco.org/sites/default/files/pestalozzis.PDF