El Guiniguada. Revista de investigaciones y experiencias en Ciencias de la Educación, 27 (2018), pp. 129-133

Print ISSN: 0213-0610 – eISSN: 2386-3374


 

Servicio de Publicaciones y Difusión Científica Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

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El Guiniguada. Revista de investigaciones y experiencias en Ciencias de la Educación

eISSN: 2386-3374

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Recensión/Book Review

El valeroso hombre delgado


Reseñado por/Reviewed by

Blanca Hernández Quintana

Universidad de Las Palmas de Gran Canaria


Article first published online: 30/06/2018 DOI added later in “metadatos”


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El Guiniguada. Revista de investigaciones y experiencias en Ciencias de la Educación, 27 (2018), pp. 129-133

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TÍTULO DE LA PUBLICACIÓN: El valeroso hombre delgado

AUTORÍA: Miguel Ángel Guelmí ILUSTRACIONES: Álex Falcón FECHA: 2016

LUGAR DE EDICIÓN: Gran Canaria

EDITORIAL, COLECCIÓN, VOLUMEN: Bilenio Publicaciones, Alargalavida

IDIOMA, PÁGINAS: español. 136 páginas

AUTORÍA DE LA RECENSIÓN: Blanca Hernández Quintana


La elección de lecturas en la ESO y Bachillerato no resulta ser una tarea fácil, es más, es una tarea bastante compleja y delicada, esto en el caso de que el objetivo sea seguir formando a futuros lectores que aprecien el valor de los libros. El alumnado de Primaria suele aterrizar en Secundaria con la sensación de que leer es una aventura fascinante, pero en ocasiones, choca con la imposición de una serie de lecturas obligatorias que no se ajustan a sus gustos e intereses, sobre todo en 3º ESO, y se corre el riesgo de que se aleje, definitivamente, de la lectura.


Surge, entonces, el debate sobre los criterios a tener en cuenta a la hora de realizar esta elección: canon, calidad, importancia, actualidad, clásicos… A su vez, aún perdura en las aulas la idea de que la literatura se estudia: se estudian sus autores, sus obras, sus generaciones, sus características…, todo un conglomerado de saber académico que nada tiene que ver con la educación literaria. Durante la adolescencia, la literatura debería concebirse como una materia para leer y no para estudiar, una materia que consiga emocionar y despertar en el alumnado la sensibilidad y el gusto por el arte. En la época del dios google habría que replantear el papel del profesorado en el aula, que no puede limitarse al de mero transmisor de conocimientos. La influencia de internet y del mundo audiovisual define los estímulos que, de alguna manera, han seducido a una generación dominada por la era digital, que se ofrece como un enorme escaparate dispuesto a cautivar a su público con todo tipo de productos, incluso libros, y donde se proponen listados de lecturas alternativos a los del aula.


Pero entonces, surge el listado canónico y la exigencia de cumplir con un currículum empeñado en inyectar por vía intravenosa a una serie de autores y libros que, quizá, por edad, no se corresponden con los intereses de los alumnos/as, o a los que, tal vez,


habría que preparar antes como lectores. No significa esto que debemos desechar la lectura de los clásicos en el aula, pero hay que reconocer que leer con quince años El Mío Cid, El Lazarillo de Tormes o Don Quijote no resulta ser una aventura fascinante, y corremos el riesgo de que terminen aborreciendo la lectura.


Junto a nuevos títulos de literatura juvenil, los clásicos siguen teniendo cabida en las aulas. Los clásicos, avalados por su calidad, conocimiento y, sobre todo, humanidad, son una fuente inagotable de sabiduría, una sabiduría que resulta complicada transmitir en la educación Secundaria y en una sociedad empecinada en cuantificar y aplicar de forma pragmática los conocimientos adquiridos. A diferencia de otras materias, los conocimientos de la educación literaria, que persigue formar a lectores/as, no se pueden cuantificar, ni demostrar de forma inmediata, pero es verdad que después de leer un libro, uno sabe que conoce mejor el mundo que le rodea y a uno mismo, y que a través de la lectura se pueden encontrar referentes identificativos que nos ayuden a comprender un poco más la realidad, paso imprescindible para poder mejorarla.


Sin embargo, para poder llegar hasta aquí, debemos allanar el camino, despertarles la curiosidad y sacudirles el polvo a los clásicos: en vez de ir a los clásicos que sean ellos quienes entren en la vida de los alumnos/as. Y un buen ejemplo de cómo hacerlo es leyendo El valeroso hombre delgado, escrito por Miguel Guelmí.

«El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho», estas palabras de don Quijote que presentan el libro son toda una declaración de intenciones del autor, que pretende convertir su lectura no sólo en aventura divertida y conmovedora, sino en un lugar desde donde observar mejor la realidad, vivirla y pensarla.


Su lectura encaja perfectamente en el alumnado de 2ºESO. El libro, estructurado en diecisiete capítulos, consigue airear las aulas y deja entrar en la vida de los estudiantes a Don Quijote con un nuevo ropaje, con el del siglo XXI, sin que por ello pierda su esencia. El valeroso hombre delgado cuenta la vida corriente de un loco profesor de literatura jubilado que cambia a Rocinante por una sidecar, a Sancho Panza por su sobrino Ataulfo, un niño de 15 años acosado en el instituto por ser gordo, y su vida tranquila y aburrida en el asilo por defender una causa injusta y ayudar a Armandito, cuya comunidad está en apuros. Casualmente, Armandito había pedido ayuda a Spiderman, su héroe, sin saber que antes que él, ya existía otro héroe que, rodeado de molinos y gigantes, se empeñaba en conseguir que este mundo se convirtiese en un lugar más agradable.


Y así comienzan la aventura, las derrotas, las victorias, los sueños, los retos…, el camino por todos aquellos parajes que conforman la vida del ser humando y con los que nos vamos identificando, porque consigue hacer comprender por qué un clásico es un clásico, sin teoría que memorizar, tan sólo disfrutando de su lectura, y por qué los clásicos siguen vivos: «La orden de caballería andante ha decidido adaptarse a los nuevos tiempos. Hay tantos entuertos que desfazer y son tan grandes las distancias que ahora en lugar de caballos llevamos motos…», dice su protagonista.


Lleno de referentes literarios, por sus páginas pasean también las voces de Espronceda, Rosalía de Castro, Bécquer, Byron, Miguel Mihura o Shakespeare junto a personajes de la novela caballeresca como Tirante el Blanco, superhéroes del cómic como Spiderman, Superman o Batman, o un guiño a Dante y su amada Beatriz, en un claro homenaje a la literatura de otros siglos, que sigue más viva que nunca.


Además, el libro cuenta con las ilustraciones realizadas por Álex Falcón, unas ilustraciones que se armonizan de manera creativa y sugerente con el texto, ya que van sugiriendo al lector emociones y sensaciones que van más allá de lo escrito. Sus ilustraciones enriquecen la lectura porque comunican y aportan detalles que invitan a soñar y a anticiparnos a la acción. Más que en las descripciones, inciden en los estados de ánimo y se centran en los momentos más importantes de la historia otorgándole un significado global y completo a la narración.


Es fácil conectar con la historia y comprobar la vigencia de un personaje que, lejos de resultar anacrónico y obsoleto, pervive en forma de vidas anónimas y corrientes, como la de todos/as nosotros. Y también nos ayuda a darnos cuenta de cómo en nuestra sociedad siguen existiendo personas que, desinteresadamente, quieren ayudar a los demás. Porque, además de placentera, su lectura nos invita a reflexionar sobre la locura de Don Quijote: «Y a mí me da que es usted un viejo loco, como ese don Quijote, pero de los de ahora, de los que viven en residencias de ancianos…», a considerar su actualidad, y la necesidad de que existan personas así, ese tipo de persona que, en ocasiones, tildamos de locas o ilusas, porque, en el fondo, nos cuesta creer que las cosas puedan cambiar.


Su lectura ofrece la oportunidad de trabajarla desde una doble vertiente enriquecedora: empieza con el análisis del yo, la búsqueda de la identidad, como es el caso del personaje de Ataulfo, un adolescente que sufre acoso, un tema que invita a la reflexión y concienciación. A su vez, este análisis del plano personal transciende al nosotros, al papel que jugamos o queremos jugar en la sociedad desde la participación activa y crítica. Invita a debatir sobre los cambios que se podrían hacer para mejorar nuestra sociedad, sobre qué causas se podría luchar, si tiene sentido la existencia de personas así, pensar en nombres que a lo largo de los siglos hayan luchado por mejorar el mundo, si realmente están locos…y un sinfín de propuestas didácticas que enriquecen su lectura.


El pensamiento crítico, la lectura activa y participativa resultan imprescindibles en un sistema que tiende a buscar la uniformidad y la ausencia de concienciación, tan necesaria en nuestra sociedad adormecida y pasiva.


Al terminar su lectura, quizá comprueben que hay más coincidencias que diferencias entre las personas del siglo XVII y nosotros, y de que no hemos cambiado tanto. La esencia y las preocupaciones del ser humano siguen siendo las mismas. Desgraciadamente, siguen pendientes infinidad de causas perdidas y de injusticias que erradicar y, seguimos necesitando de quijotes que devuelvan la ilusión y la cordura.


¿Qué para qué sirven los clásicos? Entre otras cuestiones, para comprender que el mundo no es como es, sino como nosotros queramos que sea, y una forma de comprobarlo es a través de esta lectura.


Universidad de las Palmas de Gran Canaria

blanca.hernandez@ulpgc.es